Mira que en tu boca tienes un verso desgranado
profundo de sentires y de audacia milenaria,
prímula fuente de iniciación fecunda,
lecho de vida enarbolada y en la cima
un viento lejano de soñadas tierras.
Tendida en el acento y despierta en mis sentires
enhebro en mis caricias tus primeros cielos.
Niña-solar de la alborada que se ilumina
de fuego ascendente en la cercana primavera;
una estación donde me subo a tus asombros
y viajo pagando estrellas de esperanzas.
Querencia del anochecer que llega cual llamada
en este tenerte devoción tan milagrosa
cuando entrego a tu mirar la rosa
que en tu mano se riega de caricia dulce.
Somos dos puntos en la estancia de los sentidos
y nos hemos alcanzado los cometas de los labios.
Más allá no hay ninguna otra existencia
más posible que el silencio de la nada…
nada… más allá de ti no existe
otro espacio de presencia en mis entrañas.
Alrededor del vuelo de las palomas libres
un pañuelo de despedidas he flameado
porque soy ese ser al que ha llamado
el Destino de serte, sentirte, penetrarte
en mis sueños de ideas y de anhelos.
No vuelvo mis miradas a los ayeres ya olvidados
salvo a la tarde en que tu sueño se hizo vida
y en mis manos sentí el fuego de aquel tiempo
que siempre vuelve… vuelve a mi memoria…