Era un pichón de gaviota que cayo gracias al viento en manos de un pescador, humano que jamás pensó pescar un ave entre tantos peces..
El tiempo paso y el pichón tuvo plumas, tuvo alas y fuerza gracias al pescador, que lo cuido de depredadores, le enseño a comer, y lo cuido en sus manos..
Un buen día, el señor viento observo que el pichón ya era una gaviota blanca, fuerte y esbelta, y pensó que hacia falta una como ella en cielos lejanos, por lo que le pidió a la gaviota que volara para admirarla en el cielo, y ella se negó, pues los brazos del pescador eran su cielo y su refugio y no los quería perder..
El señor viento, insistió en hacer su voluntad de tener a la fuerte gaviota en cielos lejanos desprovistos de una como ella, y por eso un día, cuando la gaviota dormía en los brazos del pescador, el señor viento se convirtió en un huracán poderoso y causo un desequilibrio en la gaviota quien sin saber volar movio sus alas instintivamente de forma desesperada, el viento la sostuvo en el espacio y la hizo volar, el pescador al no sentir a la gaviota en sus manos, despertó, y escucho al viento decir: “ahí quiero que estés, el mundo es mas grande y complejo, vuela, que las manos del pescador siguen siendo tu refugio”, al oir esto y ver a la gaviota volar, el pescador exclamó: “mi pequeña gaviota, el señor viento me ha dado peces toda la vida, aunque quiera que te quedes, vuela, su voluntad siempre ha sido buena, yo creo en tu fortaleza y creo en tu regreso, aquí siempre estaré esperándote, vuela, vive y regresa”.
Fue así, como la gaviota, hizo volar su cuerpo en los cielos del mundo, pero dejo su corazón en las manos del pescador, y cada atardecer cerraba sus ojos y sus alas para sentirse en el refugio..
Hasta que un buen día, después de haber volado alto cuidando cielos lejanos en compañia del viento, la gaviota regreso, satisfecha por haberse reencontrado con su refugio y corazón.. El pescador, sorprendido al verla, porque habia perdido las esperanzas del regreso, la cobijo sus manos, hasta el final de los tiempos…
MORALEJA: si sabes cual es tu refugio, vuela seguro y vive tranquilo, porque el Viento es Dios y te lleva a donde te necesita, pero el buen árbol no abandona sus raices, permanece en ellas hasta el fin de los tiempos, aunque sus hojas cambien al llegar la primavera.
PD. AA mi raíz eres tu, espero el retorno.
Interesante el cuento. Sobre las gaviotas se ha escrito algunas veces. Lo importante no es saber escribir como escriben los demás sino querer escribir como deseas hacerlo tú. Volar libre no es vivir libre sino algo mucho mejor: volar dentro de las manos de alguien que nos ama.