No es preciso ni ser dogmático ni ser quemeimportista para poder interpretar a los más destacados filósofos presocráticos de la Antigua Grecia. Basta con pensar y razonar acertadamente y basándose en criterios bien formados, bien forjados y bien formateados, para, en plena forma tanto física como mental, poder llevar a cabo un análisis crítico sobre todos ellos.
Observen lo que acabo de extraer de una página de Internet: La crítica (del griego “juicio o discernimiento” y “analizar, separar” y también “juzgar con discernimiento”) es una interpretación, usada por Balmes, que principia por proponer una definición de la verdad por correspondencia y que dice así: “El pensar bien consiste, o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos cómo son en sí, alcanzamos la verdad, de otra suerte, caemos en error”. Etimológicamente la palabra crítica (la acción) está derivada de la palabra criterio (el concepto, el mecanismo), misma raíz, “kri”, en su objeto de discernir la verdad evidenciando, previamente, la falacia o el error. Es la acción dirigida, del intelecto crítico, expresada como opinión formal, fundada y razonada necesariamente analítica, con connotación de sentencia cuando se establece una verdad, ante un tema u objeto usualmente concreto pero que puede dirigirse hacia lo abstracto (Metafísica). En ocasiones la critica es ejercida desde o hacia algún tipo de colectividad (Escuela filosófica). La crítica es auxiliar, colaborante, de la Filosofía (matriz de todas las ciencias) y de su herramienta la lógica, puesto que, etimológicamente, la filosofía es el “humano deseo de conocer” racionalmente la “verdad”, el mismo objeto de la lógica y del criterio. Así que usemos nuestro potencial racionalizado, incluida nuestra propia imaginación que es también una verdad realista, para enfrentarnos a Anaximandro.
Empecemos por transcribir lo más sencillo de su temática que se recoge en Wikipedia: Anaximandro de Mileto (Mileto, Jonia, cerca del 610 antes de Jesucristo – cerca de 546 antes de Jesucristo) fue un filósofo jonio considerado el primer científico, al usar la experimentación como método demostrativo. Discípulo y continuador de Tales, compañero y maestro de Anaxímenes (que tampoco se nos va a escapar sin ser criticado); se le atribuye sólo un libro, que es sobre la naturaleza, pero su palabra llega a la actualidad mediante comentarios doxográficos de otros autores. Se le atribuye también un mapa terrestre, la medición de los solsticios y equinoccios por medio de un gnomon, trabajos para determinar la distancia y tamaño de las estrellas y la afirmación de que la Tierra es cilíndrica y ocupa el centro del Universo. La respuesta dada por Anaximandro a la cuestión del arché puede considerarse un paso adelante respecto a Tales (del que Anaximandro probablemente fue discípulo). El arché es ahora lo ápeiron (a de partícula privativa y peras que significa límite, perímetro), es decir, lo indeterminado, lo ilimitado, que es precisamente, según hemos dicho, el concepto de lo que vamos buscando, lo que es principio de determinación de toda realidad ha de ser indeterminado y precisamente ápeiron designa de manera abstracta esta cualidad. Lo ápeiron es eterno, siempre activo y semoviente. Esta sustancia, que Anaximandro concibe como algo material, es «lo divino» que da origen a todo. De Anaximandro se conserva este texto, que es el primero de la filosofía y el primer texto en prosa de la Historia: “El principio (arjé) de todas las cosas es lo indeterminado ápeiron. Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo”. ¿A qué se refiere esta «injusticia”? Puede tener dos sentidos. Primero, que toda existencia individual y todo devenir es una especie de usurpación contra el arché, en cuanto que nacer, individuarse, es separarse de la unidad primitiva (algo parecido se encuentra en las doctrinas budistas, que ven el mal en la individualidad). Y segundo, que los seres que se separan del arché están condenados a oponerse entre sí, a cometer injusticia unos con otros: el calor comete injusticia en verano y el frío en invierno. El devenir está animado por la unilateralidad de cada parte, expresada ante las otras como una oposición (Esta idea se volverá a ver más tarde en Heráclito). En Anaximandro se encuentra ya una cosmología que describe la formación del cosmos por un proceso de rotación que separa lo caliente de lo frío. El fuego ocupa la periferia del mundo y puede contemplarse por esos orificios que llamamos estrellas. La tierra, fría y húmeda, ocupa el centro. Los primeros animales surgieron del agua o del limo calentado por el sol; del agua pasaron a la tierra. Los hombres descienden de los peces, idea que es una anticipación de la teoría moderna de la evolución”.
La primera observación que me viene a la mente es que hay que ser un hombre muy corto de entendederas o tener una mente muy cerrada para afirmar que la forma de la Tierra es un cilindro. Anaximandro dijo tal necedad como pudo haber dicho que la Tierra es un cubo o una pirámide. El caso es que el mundo de los filósofos presocráticos debió de ser algo así como la feria de las vanidades que escribió William Shakespeare. ¿En qué se basó Anaximandro para decir tal locura? Al principio de la antigüedad clásica, hubo autores que sostuvieron que la Tierra era plana y otros que era cilíndirica. En medio de toda aquella vorágine por culpa de la vanidad de ser el primero que descubriese cómo era la Tierra en vez de fijarse en lo que ocurría en la Tierra, Tales de Mileto sostuvo la idea de una Tierra plana. Por su parte, Anaximandro decía que la Tierra es un corto cilindro con una superficie plana y circular. Lo que de verdad es extraño es que nadie dijera, por ejemplo, que la Tierra tenía forma de pera ya que la palabra griega “peras” significa límite o perímetro. ¿Y por qué a nadie se le ocurrió decir que la Tierrra es una manzana porque en sus orígenes Eva comió de la manzana prohibida y dio de comer a Adán? De haber dicho que tenia una forma de manzana hubiesen acertado porque esa es la verdad. Pero lo filósofos de todos los tiempos (en general y salvo muy raras excepciones) y los presocráticos en particular (y salvo muy raras excepciones) se fijan más en las ciencias matemáticas que en la cosas especulativas de las letras para demostrar sus demostraciones a veces tan irrisorias como esta. Acostumbrados a querer hacer virguerías con sus pensamientos se les olvidó intentar definir la figura de la Tierra observando las frutas de los árboles. La misma manzana que hizo que Newton descubriera la teoría de la gravedad cuando le cayó encima de su cabeza es la que podría haber inspirado a Anaximandro para decir que la Tierra tiene forma de manzana (que es verdadero y cierto) y no la barbaridad de decir que la Tierra tiene forma de cilindro que hoy hace reír hasta a los niños más pequeños (incluidas también las niñas) porque no tiene ni sentido alguno. De esto concluímos que hay que utilizar más nuestros propios sentidos elementales que las dichosas matemáticas y la geometría para ser un buen filósofo. De haberse fijado en las frutas y en la historia de Adán y Eva en lugar de estar todos sus años queriendo mostrar vanidosamente la capacidad de sus ingenioso intelecto al resto de la sociedad hubiese acertado. La Tierra tiene forma de manzana. Es una gran verdad que ningún filósofo ha sabido descubrir pero que está a la vista de todos y de todas.
Pasemos a un tema que me parece muy interesante aunque no sea tan importante como señala Anaximandro. ¿Qué pifostio es eso del ápeiron? Si lo ápeiron es lo eterno, ¿qué tiene de eterno lo que es indeterminado e indefinido cuando lo eterno sí se puede determinar a través de una definición? Sería indeterminado, según afirma Anaximandro, si fuera indefinible pero todos sabemos que lo eterno sí tiene una definición concreta y no es ningún abstracto indefinido. Para más inri y para mayor vergüenza de los fiósofos presocráticos que, como Anaximandro, definen lo ápeiron como lo indefinido, resulta que hay no solo una sino dos definiciones concretas (y por lo tanto determinadas). Se dice, por definición, que la eternidad (lo ápeiron de los presocráticos) es una duración que no tiene principio ni fin (lo cual es una definición concreta para los adultos y no un abstracto indefinido) y que es un espacio de tiempo excesivamente prolongado (que es una definición concreta para los niños y las niñas y no un abstracto indefinido). Por eso es un verdadero absurdo decir, como dice Anaximandro, que lo ápeiron es eterno, siempre activo y semoviente si antes ha dicho que es una medida abstracta del pensamiento humano puesto que todo lo activo y semoviente es concreto ya que vemos que se mueve y que camina. Aquello de caminante no hay camino sino que se camina al andar (de Antonio Machado) me viene muy bien a la memoria para demostrar que Anaximandro comete un gran y grave error (por muy grave que fuera en su forma de ser y de decir las cosas) cuando señala que lo eterno es abstracto y no se puede ver, puesto que ambas cosas son falsas. Lo eterno es lo más concreto de la vida humana y lo podemos ver, año tras año, fijando la vista en los calendarios que para eso se han inventado. Pero Anaximandro o no veía nada (cosa que no es cierta porque no era ciego como Homero) o no sabía lo que estaba viendo (cosa que es cierta porque se esforzaba en luchar contra su maestro Tales con tal de dejar a la sociedad deslumbrada) ya que debería estar “mirándose su ombligo” para decir tal absurdo sobre lo abstracto de lo ápeiron porque él mismo se contradice al decir que es lo que gobierna la vida de los seres humanos. ¿Puede entenderse que algo tan concreto como la vida humana está fundamentada en algo abstracto? Lo lógico, razonando filosóficamente, es que de lo concreto salgo algo concreto y de lo abstracto salga algo abstracto. Y, en este sentido, si lo ápeiron gobierna nuestras vidas no debe ser ni indeterminado ni abstracto. Pongamos el caso del amor. ¿Es un abstracto que un hombre ame a una mujer? El amor nace de una especie de “ápeiron” (digamos por ejemplo) que se llama atracción física y atracción química, y no son dos elementos ni indeterminados ni abstractos. Igual sucede con la eternidad que Anaximandro llama ápeiron. Si la eternidad fuese solamente un valor abstracto, la vida humana no tendría ningún sentido práctico cuando todos sabemos que sí lo tiene. Luego o Anaximandro bebía demasiado zumo de uvas (vino) o estaba un poco mal de la cabeza.
En cuanto a eso de que la eternidad (a la que Anaximandro llama lo ápeiron) es ilimitada porque no tiene ni principio ni fin tampoco es totalmente cierto aunque lo parezca. Para definir a la eternidad tenemos que dejar de considerarnos dioses. Estamos creados a imagen y semejanza de Dios pero no somos ni dioses ni Dios. Así que la extensión de la eternidad la debemos obvservar desde el punto de vista de Dios. No somos Dios pero si nos ponemos por un momento en el lugar de Dios (empatía con la divinidad) y vemos desde el lado de Dios, situándonos por un momento, repito, en la deidad, resulta que la eternidad tiene un principio (Dios) y tiene un final (Dios). Lo que es eterno y no tiene límites es Dios. La eternidad, por sí misma, no es ilimitada sino que quien la convierte en ilimitada es el mismo Dios porque la tiene en su principio y la tiene en su final y Dios no tiene límites. Explicado así, el asunto es mucho más claro y definitivo.
Según dice Anaximandro, lo que es principio de determinación de toda realidad ha de ser indeterminado. Este pensamiento o es una equivocación lamentable que tuvo este filósofo o es propio de una ignorancia supina o resultado de una cogorza monumental; porque lo más lógico y racional que podemos pensar es que todo lo determinado se determina por sí mismo o deja de ser determinado. Con lo cual desemboco en la misma definición de que lo ápeiron no es un abstracto sino una realidad concreta. La eternidad se determina a través de la existencia de Dios y solamente los ateos (lamentablemente muy ignorantes y de mente estrecha y cuadriculada por cierto) niegan la existencia de Dios que, sin embargo, es tan real y palpable que no merece la pena entrar en discusión con ningún ateo porque no hay peor sordo que quien no quiere oír ni peor ciego que quien no quiere ver según dijo Jesucristo); puesto que lo único que se obtiene dialogando con un ateo incrédulo es intentar sacar pan de un trozo de pedernal.
A lo que íbamos. La eternidad no es una indeterminación desde el mismo momento en que es una creación divina y Dios la determina, luego todos los principios relacionados con toda realidad (y hablo de la vida y no de la muerte) están determinados por la misma realidad de la determinación de todos los seres vivos. Si quisiéramos aplicar lo indeterminado a algún aspecto de nuestras existencias humanas nos tendríamos que referir a las relatividades de las cosas cotidianas que hacemos como rutina; pero lo trascendente y transcendental de todo lo que hacemos de manera cotidiana tiene una finalidad determinada y no indeterminada. Por ejemplo, cuando estamos poniendo las bases donde vamos a edificiar nuestra casa es algo indeterminado, pero deja de ser indeterminado y pasa a ser determinado y además definitivo cuando la casa está ya totalmente construida. Todas las fases que se emplean para producir una obra de teatro, y esto es otro ejemplo, son indeterminaciones (tanto el planteamiento, como el desarrollo y como el desenlace) pero unidos las tres por medio de la creatividad del autor, se compone algo determinado que es el producto final de una idea inicial que es también determinada. Y esto ya no es una relatividad (como parece querer decir este tal Anaximandro) sino una categoría que entra dentro de lo absoluto.
Otra cuestión discutible es la afirmación, por parte de Anaximandro, de que allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo. Aquí es necesario detenernos un momento para saber pensar. Lo que es absurdo es afirmar que toda generación se crea a partir de una destrucción (dejando a un lado las destrucciones que lleva a cabo la ira de Dios para darnos la oportunidad de volver a ser buenos como suecdió cuando destruyó a Sodoma y a Gomorra para, a cambio de ello, mandar a Noé que construyera el arca porque iba a enviar un Diluvio Universal y Noé obedeció poorque lo que vendría a posteriori sería mejor que lo que había a priori). En el ámbito de la Historia, la Economía, la Política, la Religión… puede tener cierta validez, aunque relativa, lo de la destrucción de lo anterior para construir lo posterior; pero en cuanto se refiere al pensamiento humano y a las ideas que surgen del pensamiento humano (áreas de la Filosofía práctica y de la práctica de la Filosofía) es totalmente una especie de incoherencia; puesto que vamos creciendo desde la fase inicial (la infancia) en donde iniciamos la construcción de nuestro pensamiento sin destruir nada a cambio y, después, vamos creando ideas cada vez más complejas basándonos, precisamente, en las primeras creaciones de la mentalidad infantil sin tener que destruir ninguna sino mejorándola por superioridad posterior y no por inferioridad posterior. En el caso de la destrucción de las ideas anteriores no estamos en una situación de persona normal sino ante la presencia de un loco o alguien que tiene enajenación mental (como ocurre con todos y todas quienes han destruido a sus familias dejando a Dios aparte porque Dios no destruye nada salvo lo que no edifica nada hacia los demás). Toda destrucción de ideas es una locura. Por eso muchos historiadores, políticos, economistas y religiosos, han terminado por “perder la cabeza” y hundirse en la locura de la destrucción. Pero los artistas creativos del pensamiento positivo (no los otros que son destructores y negativos) ni somos así ni nunca lo hemos sido. Y es que la salud mental es más propia de los artistas creativos (no los artistas destructivos sino los artistas creativos) que de los prosaicos que se pasan la vida intentando destruir o destruyendo lo que ellos mimos han ido construyendo desde la infancia. Eso más bien es una fagocitosis ácrata, una actuación anarquista que no tiene sentido alguno; porque el anarquismo destruye lo que el mismo anarquismo construye y, en el caso de los artistas del pensamiento creativo (filósofos de la cotidianidad completamente distintos y diferentes a los artistas del pensamiento destructivo) no podemos cometer ese error tan garrafal. Cuando estamos escribiendo un texto no destruimos el primer párrafo para construir el segundo párrafo ni destruimos el segundo párrafo para construir el tercero ni el cuarto para producir el quinto ni ningún párrafo anterior para escribir un párrafo posterior sino que vamos polongando nuestra obra construyendo párrafo tras párrafo (algo así como cuando Noé fabricó su arca siguiendo, paso tras paso, las indicaciones de Dios). Así que Anaximandro se vuelve a equivocar al generalizar ese punto de su pensamiento. Si lo relativizara (cosa que no hizo) acertaría sólo en los casos que he explicado (Dios destruye para ayudar a los humanos a construir algo mejor) pero lo que hacen los humanos que no creen en Dios no es construir nada sino destruir para volver a destruir (propio de terroristas inhumanos). Así que a toda construcción idealística corresponde una construcción ética y moral, lo cual es incorruptible si somos éticos y morales cuando pensamos, razonamos y actuamos en la construcción de nuestras acciones humanas. Nuestros sueños (nuestros mundos idealísticos) no podemos contruirlos destruyendo cuanto hemos construido ya sino contruyendo algo mejor de lo que ya hemos construido. Si no lo hacemos así, y para construir algo tenemos que destruir lo anterior, es que en lugar de evolucionar estamos involucionando; lo cual parece haber olvidado Anaximandro o porque no fue consciente del trágico final que tuvo la civilización griega cuando pecó de soberbia o porque, como le pasó a Bakunin con el anarquismo, estaba loco de atar y no decía más que memeces (me refiero a Bakunin y no a Anaximandro). Jesucristo dijo que no venía para destruir las leyes sino para consruir la mejor de todas las leyes que se llama Amor y no dijo que nos daba libertades sino la mejor libertad de todas que se llama liberación.
Al parecer , se considera a Anaximandro como el primer hombre que defendió la teoría de la evolución que luego se llamó “darwinismo” (de la cual hablaremos en su momento oportuno) pero resulta que, para dar un precedente de lo que demostraremos cuando llegue la ocasión, es impensable y hasta ridídiculo afirmar que de una sardina puede proceder un elefante. Si la Teoría de la Evolución fuese exacta (que no lo es porque no es cierta y para que algo sea axacto debe ser, en primer lugar, algo cierto) para que una sardina evolucionase hasta convertirse en un elefante tendrían que pasar billones y hasta trillones de año (o incluso muchos más) lo cual es imposible que sea cierto si hacemos caso de las Cronologías que los científicos han elaborado para datar la presencia de los animales y de los seres humanos en la Tierra. Y es que, tanto los animales como los seres humanos, fueron creados por Dios tal como son y no tal como dicen los evolucionistas que fueron.
La teoría de Anaximandro que dice que toda clase de vida nace de la humedad puede tener visos de realidad y lo tiene; pero hay algo que olvidan quienes defienden esto. Olvidan que existen animales que no viven en zonas húmedas de la Tierra y no nacen en la humedad sino en la tierra seca (por ejemplo los alacranes o las escolopendras por no citar a muchos más) y que, según descubrieron algunos científicos rusos, de la arcilla también pueden nacer seres vivos; como pudo ser en el caso del hombre y de la mujer. Está claro que la creación de Adán y Eva no es una falsedad aunque se haya presentado de forma simbólica a través de la parábola de un relato imaginario; pero es que sucede que todo relato imaginario (y de eso doy fe por mis propias experiencias como escritor) tiene una gran base de realidad. Quiero decir que los seres humanos fueron creados, al igual que el resto de los animales, vegetales y cosas, directamente por obra de Dios.
Se ha demostrado que la teoría evolucionista de Anaximandro (la teoría de la filogenia humana) puede ser muy atractiva, loable y bien elaborada, pero no hay indicios de evolución en el sentido que, posteriormente, se ha elaborado como Teoría de la Evolución. Estoy de acuerdo en que los seres vivos se comportan de una manera conductual cambiante cuando las circunstancias ambientales van cambiando, pero eso no quiere decir, en absoluto, que una especie sea la que se transforma en otra especie. Eso quiere decir, solamente, que una especie, sin dejar de ser esa especie y sin evolucionar a otra especie, lo que hace es adaptarse mejor a las nuevas circunstancias. Un camaleón se adapta a todos los ambientes donde vive cambiando el color de su piel, pero no se transforma en una lagartija pongamos como ejemplo, sino que sigue siendo un camaleón durante toda su vida y nunca evoluciona para ser una lagartija. Tampoco la lagartija evoluciona hasta convertirse en lagarto sino que se adapta a los cambios de la Tierra para seguir siendo lagartija. Y así podemos decir de todos los seres vivos incluido el ser humano.
Para demostrar que el ser humano es un ser superior a todos los demás, único, unívoco y creado directamente por Dios, sabemos que los científicos, después de tantos siglos de querer solucionar el asunto de la voz humana, han declarado que no pueden explicar, con la ciencia en la mano, cómo es posible que los seres humanos seamos capaces de hablar y articular palabras con sentido comunicacional; proque todos los estudios morfológicos de lo que llamamos el sistema fónico humano demuestra, una vez tras otra, que no es capaz de producir palabras sino solamente ruidos (como pasa con el resto de los animales) luego que los seres humanos podamos hablar y entendernos transmitiendo ideas completas y complejas (cosa que los demás seres vivos son incapaces de conseguir) no es gracias a nuestra morfología del sistema fónico sino que la voz humana procede del alma humana que, a su vez, transmite en palabras (a través des sistema fónico) las idea el espíritu humano. Como esto es cierto, es totalmente irrisorio y hasta ridículo que se quiera demostrar que los seres humanos descienden de monos muy evolucionados. El ser humano habla no porque tenga una especial característica en su construcción biológica y física para hacerlo sino que lo hace utilizando el alma humana que emite lo que el espíritu humano piensa, razona y le hace saber. La faringe, la laringe, la boca, la lengua y todo el sistema fónico humano es solamente el conducto que emplea el alma para hablar. Por eso los que se basan únicamente en lo científico ni han descubierto nunca “el eslabón perdido” (ni lo descubrirán jamás porque no existe) y han tirado la toalla para admitir que no saben por qué los seres humanos somos capaces de hablar ya que, biológica y fisícamente, ya está super demostrado que es imposible que se produzca salvo por milagro divino. La respuesta no es una fantasía sino una realidad: hemos sido creados directamente por Dios quien nos ha insuflado el alma (soplo divino) y nos ha otorgado el espíritu (que proviene directamente de Dios porque foma parte de Dios) y por eso hemos sido creados a imagen y semejanza de Él aunque ninguno de nosotrtos seamos Dios propiamente dicho sino creaciones de Dios o, en otras palabras, prolongaciones y proyecciones de Dios sobre la Tierra. Por eso las vidas humanas deberían ser respetadas por todos los seres humanos puesto que sólo a Dios le pertenecen, salvo los que, de manera voluntaria y por su libre albedrío, reniegan de Dios y se separan de Él.
En cuanto a lo que Anaximandro afirma cuando expresa que el nacer, el individuarse, es separarse de la unidad primitiva (algo parecido se encuentra en las doctrinas budistas, que ven el mal en la individualidad) es totalmente erróneo. Externamente puede ser cierto y hasta verdadero, pero todo ser que nace permanece siempre unido psicológicamente con la parte de la que nace. No existe ese rompimiento maléfico como señalan los budistas (que dicen muchas tonterías por cierto cuando se trata de descubrir las esencias internas de los seres a las cuales tanta importancia les dan ellos pero de las que tanto desconocen porque buscan donde nada se puede encontrar) sino que la maldad no nace de la parte de donde sale un ser sino de la parte de los seres con quienes equivocadamente se juntan en el devenir de sus existencias. Pongamos el caso de un hijo o una hija. La maldad de un hijo o una hija (sólo en el caso de que se demuestre tal maldad) no es culpa de la madre de donde nacen (por lo menos en un primer instante) sino de lo que luego se encuentran en el camino de sus vidas; sea la madre, sea el padre o sean losn profesores, las profesoras, los amigos y las amigas, etcétera. Anaximandro, al igual que los budistas, se equivocan cuando dan como axioma absoluto que la maldad viene desde el nacimiento de los seres humanos, lo cual es completamente falso. Incluso hay teólogos cristianos (o que se hacen pasar por cristianos) que afirman este aburdo. No se detienen a pensar que se nace con un código biológico pero el código biológico ni es un código de conducta ni es un irreversible camino hacia la madad. Nada más injusto y nada más falso que afirmar tales cosas.
El mal no es un producto de la cadena de los cromosomas del DNA de un ser vivo. La maldad puede tener un germen en dicha cadena pero también lo tiene la bondad. Un neonato o una neonata no se presenta ante la vida con una maldad o una bondad grabada en su corazón, sino que es el devenir de los primeros años de su vida (e incluso de los primeros meses de su vida) el que hace que se decante hacia el bien o se decante hacia el mal. Al nacer somos como monedas lanzadas al aire. Que salga cara o que salga cruz no está signado en la moneda antes de lanzarla al aire. Sólo cuando cae al suelo, la moneda nos muestra la bondad de la cara o la madad de la cruz. No hablo en sentido religioso ni de ninguna religión sino en el sentido metafísico de la existencia humana. Anaximandro, al igual que todas las escuelas budistas, se equivocan lamentablemente porque vaticinan que se nace con la moneda ya lanzada hacia el aire cuando eso es totalmente falso. El dicho de que la maldad habita en el ser humano como castigo por el pecado de Adán y Eva no es exacto ni debe ser lo que prediquen los cristianos como tantas veces hacen. Si Jesucristo pagó por los pecados humanos el pecado ha sido borrado desde el principio. Asó que me canso y me aburro de escuchar a muchas personas (entre otras a muchos cristianos y cristianas) creer y predicar que todos nacemos con la maldad grabada en nuestro ser. Eso ni es verdad ni es cierto. Socialmente hablando ningún recién nacido comete maldad o bondad alguna y es, después de varios meses, cuando comienza realmenee a actuar por su propia voluntad. Depende de las acciones que observa fuera de él o de ella, que las copia observando fuera de él o de ella y que las repite en su manera de hacer las cosas cuando las ha obsevado fuera de él o de ella., Las cargas de bondad y de maldad de los seres humanos deben computarse no tanto en el Debe y el Haber de un padre o una madre sino en el conjunto global de la unión de ese padre y esa madre, de qué clase de padre y qué clase de madre son, cómo han formado su unidad y cómo actúan con el niño o la niña e interactúan entre ellos ante los ojos del niño o la niña. Nada es bueno o malo en su nacimiento. El fruito de una huerta (digamos poor ejemplo la manzana) no es bueno ni malo en un principio y sólo cuando madura podemos decir que está sana o está dañada; pero para llegar al estado de la madurez han acontecido una larga serie o secuencia de circunstancias que han hecho que la manzana nazca sana o nazca dañada. La familia, el colegio, las amistades, los círculos en los que vive un ser vivo, son los que deteminan sin ese germen del nacimiento se encamina hacia la bondad o se desvía hacia la maldad; porque toda bondad es producto natural del ser creado por Dios y toda maldad es consecuencia de haberse desviado de lo que Dios ha planificado para todos los seres humanos. No echemos la culpa a la madera sino que echemos la culpa al leñador; no echemos la culpa a la víctima sino que echemos la culpa al victimario. Es posible que, desde el nacimiento de los seres vivos, haya gérmenes benefactores más potentes que los gérmenes maléficos y viceversa, pero la bondad o la maldad no consisten sólo en el funcionamiento de los gérmenes con los que nacemos sino en cómo nos educan y nos enseñan a manejar bien las semillas de la bondad y a rechazar el manejo de las semillas de la maldad. ¿Somos semillas solamente? No. Somos semillas pero lo que nos define, al final, es qué clase de tratamiento han dado, desde fuera de nosotros, a nuestra semilla y cómo reaccionamos antes esos tratamientos quen nos llegan desde afuera, tanto benefactores como dañinos. Y desde ahí, desde ese momento en que nos decantamos libremente hacia un lado o hacia otro de la balanza (realidad binaria de la vida humana) es donde elegimos con voluntad propia. La forma y la manera en cómo se construye la sociedad en que vivimos y la pirámide de las escalas de valores tanto públicos como privados son lo que determina que seamos seres humanos hacia el bien o seres humanos hacia el mal. Lo que se ha construido beneficia. Lo que se ha destruido perjudica. Me recfiero a familias, colegios, amistades, círculos sociales y religiosos, economía, polílitica en general que nos han impuesto la sociedad tanto para bien como para mal. Si muchos caminan hacia su destrucción es por haber construido ellos mismos o dejado construir a otros un edificio social que prioriza a la maldad antes que a la bondad. Si muchos caminan hacia su salvación es, por el contrario, porque han construido unos buenos fundamentos éticos y morales (escala de valores) hacia el bien y los han sabido defender ante los ataques de los demás. ¿Somos el producto de un nacimietno como dicen Anaximandro y los budistas o somos un producto de un nacimento condicionado poor unas circusntancias? Lo exacto es lo segundo. Somos producto de un nacimiento condicionado por unas circunstancias que a veces son propias de nuestra naturaleza y a veces nos han introducido desde el exterior a nosotros mismos o nosotras mismas.
El Antiguo Testamento de la Biblia habla continuametne del percado original de Adán y Eva y del pecado original con el que todos nacemos por culpa del pecado cometido por Adáni y Eva: pero, y esto es muy importante saberlo, en el Nuevo Testamento ya no se nos habla del pecado de Adáni y Eva coom pecado nuestro al nacer porque el sacrificio y la sangre derramada por Jesucristo nos lavó y nos perdonó todos los pecados (incluído el pecado original) a quienes creemos eni su Verdad. Anaximandor y los budistas cometen su grave error y su grave equivocación porque no conocieron a Jesucristo (sus filosofías son anteriores a la llegada de Jesucristo a la Tierra) y no supieron pensar de una manera positiva sino negativa. Así que ya está bien de tanto sermón, tanta prédica y tanta predicación diciendo que somos pecadores cuando nacemos. Eso es totalmente falso y hay que decirlo bien claro. Dios perdonó el pecado de Adán y Eva luego nacemos sin pecado original alguno cuando nacemos como producto del amor verdadero. Otra cosa bien distinta es nacer como productos de otras clases de manifestaciones sexuales que no son propias del amor verdadero. Por eso la boda es sólo un acto de reconocimiento de esa clase de amor verdadero con la que se ha mantenido la virginidad o, en caso de no haberse mantenido la virginidad antes de la boda, el producto es por causa del amor verdadero y la boda es un compromiso que no se elude sino que se asume y se celebra como demostración de que es un amor verdadero. Todo esto lo desconocían tanto Anaximandro como los budistas y, lamentablemente, también lo desconocen en la actualidad muchas gentes incluyendo entre dichas gentes a bastantes cristianos que hasta pueden ser curas, sacerdotes, pastores, ancianos… pero que no tienen la Verdad de Dios en sus bocas cuando condenan lo que es producto del amor verdadero bendecido por el mismo Dios del que tanto hablan, sermonean y predican sin saber que el amor verdadero es más grande que cualquier otra ley, incluída la boda que sólo es un rito nada más pero que no es lo esencial para formar un matrimonio como Dios manda porque existen, para mayor inri, muchas bodas que no se celebran precisamente por amor sino por intereses más o menos ocultos.