“El Barbero” y “El Vicario”

Movida de los yeyés. Alfajeme es “El Barbero” y Sánchez es “El Vicario”. Dos pájaros de cuenta y corrientes, más corrientes y vulgares que las hamburguesas del método directo o indirecto pero vulgares. “El Barbero” es el niño mimado de Ordóñez pero de jugar al fútbol tiene menos idea que Voltaire. Aire. “El Barbero” toma el aire porque al cuarto de hora de partido en el Campo del Gas, está más agotado que una máquina tragaperras a las 3 de la madrugada. Con sus gafas de sol para molar ante las chavalas la verdad es que da grima verle. Es de los enchufados que tanto le gustan a Don Antonio. Un pelotilla del míster. Resulta que Alfajeme solamente es un barbero de los que tanto hablaba Cervantes en sus jocosas alusiones a quienes no se comen ni un boniato. Quizás se cree muy bonito pero, visto a la luz del sol, por la Puerta del Sol camina más solo que la una menos cuarto. Y es que ni un cuarto de hora aguanta el ritmo que impongo en el Campo del Gas. Si Alfajeme era un yeyé yo era capitán general. “El Barbero” estaba tan enchufado que pertenecía a los Negociados de “Los Invalidados”; o sea, de los que no daban un palo al agua porque para eso se creían niños boniatos. Y la verdad es que en verdad que eran boniatos.

En cuanto a Sánchez “El Vicario” liga tan poco con las chavalas verdaderamente guapas, atractivas e inteligentes, que siempre se conforma con mojar el churro en el chocolate que nadie quiere debido a lo desesperado que se encuentra. San Fernando de Acracia. “El Vicario” se cree que es San Fernando de Acracia. ¡Qué gracia con la Acracia! Todavía me estoy partiendo de risa. Tal para cual. “El Barbero” Alfajeme y “El Vicario” Sánchez ligan menos que un cocodrilo en el Desierto de Atacama. De verdad que, quizás, sólo se conforman con las pelotillas para saciar el hambre. A la hora de la verdad se disipan más que una neurona en un vaso de lejía. Y los dos tienen un “peinao” tan pasado de moda que son la risión de todas las chavalas de buen ver… menos las que no saben distinguir entre los que están que se salen y los que están salidos. Dos cosas totalmente diferentes. Así que cierro estos recuerdos con una sonrisa y el siguiente pareado: “El Barbero” y “El Vicario” sólo ligan el relicario”. Por decir algo.

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