Nuevo Cuaderno: En la profunda Albania.

Desde Durrës, donde hemos desembarcado sin más incidencia que la pérdida de unos kilos por la falta de buena alimentación, Federico y yo hemos continuado, en un autobús viejo, destartalado y lleno de hombres y mujeres que, con mirada aviesa, nos escudriñan como queriendo saber de dónde venimos y de qué planeta de la Galaxia nos hemos caído, pasando por Vorë, Rinas, Krujë, Burrel y Fushë-Muhur, hasta terminar en Peshkopi, con todos los huesos de nuestro cuerpo crujiéndonos más que el sillón donde se mecía mi abuelo en tiempos de cuando la guerra. Para ir más cómodos hemos decidido venir con alpargatas.

Es la profunda Albania y los baches de la carretera nos han producido tan sinnúmero de dolores que parecemos dos nazarenos de alguna cofradía sevillana en época de Sábado Santo. Para rematar tan infeliz llegada, un numeroso grupo de moteros, con las miradas más sanguinarias que las de Gengis Khan y sus hordas salvajes, nos han dedicado tal cantidad de insultos que meno mal que no tenemos ni idea del idioma albanés. Nos dirigimos, después, al centro del pueblo. Todo el mundo lleva pegatinas de Albania en sus zamarras de pastores de cabras y, siendo amenazados con algún que otro cayado, no nos ha quedado más remedio que emplear unos 10 leks en comprarles algunas. A cambio de ello los pastores de cabras, que parecen más cabreados que algunos de los hermanos que yo he llegado a conocer, nos han conducido hasta el río Drin Negro que fluye al oeste de la ciudad. Huele a azufre que apesta pero como estamos sudorosos de tanta fatigosa caminata, en cuanto los pastores se han perdido por las montañas nos hemos quedado en bañador y hemos estado bañándonos sin ninguna novedad salvo la presencia de un ruidoso grupo de jovencitas albanesas que se han dedicado a tirarnos piedrecitas riéndose sin parar.

– ¡Ya está bien! -se ha enfadado Federico- ¿es que no habéis visto nunca a dos hombres bañándose en un río que aunque apesta a azufre nos sirve para amainar los nervios?
– No te pongas nervioso -le he recomendado yo- esto se termina haciendo algo que siempre me da óptimos resultados.
– Pues a ver si es verdad…

Lo que tengo preparado, como sorpresa para las jovencitas descaradas, ha sido agarrar una culebra de agua, de esas inofensivas pero repulsivas cuando se las siente en la piel, y se la he lanzado a la que más grita y la que más piedrecitas nos está lanzando porque parece la líder de todas ellas. El asunto ha dado efecto positivo porque cuando ella ha visto que la culebra se le ha enrrollado en el pelo ha lanzado un alarido salvaje y todas han corrido hacia la ciudad. Como tenemos que escapar de allí antes de que vengan los hombres a pedirnos explicaciones, damos por terminado el baño y buscamos el Hotel que nos han recomendado y que es el único del lugar: el Peshkopia Hotel Piazza del Bulevardi Elez Isufu. Es aquí donde vamos a tener la entrevista con la escritora y fotógrafa Ornela Vorpsi que viene a nuestro encuentro desde Tirana. Mientras llega sacamos nuestros bocadillos de mortadela que todavía están dentro de nuestras mochilas y dos latas de Coca Cola más calientes que un calderón asando a un cerdo. A mi me da por reir pensando en Ornella Muti pero no se lo cuento a Federico para que no me amoneste con algún sermón.

Pocos mintuos después ha llegado Ornela Vorpsi acompañada por Ahmed, un intérpete que domina perfectamente el español porque desciende de antepasados malagueños y, por eso, ha venido con una botella de Málaga Virgen con la cual hemos brindado los cuatro para tomar confianza mutua. Entonces es cuando me ha parecido interesante, para hacerme el interesante ante ella, narrar mi relato titulado “Once. Punto. Once”.

Lo he hecho de manera muy pausada y tranquila para que el traductor no se confundiera y Ornela se ha quedado tan asombrada que me ha felicitado de manera elogiosa. Debido a ello se ha animado y ha comenzado a contarnos el cuento albanés “El agradecimiento del muerto” hasta que, a mitad de su relato, nos hemos quedado todos dormidos en nuestros respectivos sillones.

A la mañana siguiente, la luz del sol a través de la ventana me ha despertado del todo y, con mucho apuro, he tenido que despertar a todos los demás para después, tal como habíamos acordado en nuestro feliz encuentro, nos hemos dedicado a intercambiar fotografías de Albania y fotografías de España. La que más le ha gustado a Ornela, de todas las que le hemos regalado, ha sido la de un torero. Nada más y nada menos que la fotografía, en color sepia, de Joselito “El Gallo” que, no sé por cual razón, se encontraba dentro del lote de las mías. Tan entusiasmada se ha quedado con el torero en cuestión me ha estado rogando, insitiendo hasta mil veces seguidas, que le haga el favor de presentárselo porque quiere conocerle en persona. ¿Cómo le podría yo ahora explicar a ella que Joselito “El Gallo”, de etnia gitana por cierto, falleció el 16 de mayo de 1920 en la plaza de Talavera de la Reina?

Sin saber cómo ni por qué ha aparecido esa fotografía entre las de mi lote, le he echado más valor que “Manolete” y se lo he dicho. Su decepoción ha sido tan grande que, como estamos muy cerca de la frontera con Macedonia, la he invitado a un cóctel de macedonia acompañado de una bolsa de pipas de girasol “Morales”, y aunque estaban un poco rancias del tiempo que hacía que estaban en mi mochila, le ha hecho mucha gracia lo del eslogan “Pipas Morales mejores que las normales” y me ha prometido que se lo va a contar al Señor Presidente Bujar Faik Nishani y nos hemos despedido en un ambiente de sana amistad no sin antes acabar con la botella de Málaga Virgen.

Nuestra aventura ha terminado. Espero que hayamso realizado muy bien lo de “hacer patria” y que, debido a ello, puedan mejorarse las relaciones comerciales entre España y Albania. Con nuestra labor finalizada, Ornela Vorpsi y su intérprete Ahmed han tenido el detalle de llevarnos en su automóvil hasta Tirana en donde hemos cogido un vuelo con destino a París y, en la capital francesa, hemos enlazado un vuelo hasta Madrid.

Todavía no sé cómo explicarle a Federico lo de la fotografía de Joselito “El Gallo” ni lo de la bolsa de pipas de girasol “Morales” de tueste especial.

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