Siete de oros. Orero. Siete oros como siete soles. Soy el chaval que, a sus 7 años de edad, camina por las calles de Madrid siendo el Mágico Solitario; una especie de talismán de los sueños. Una canción de verano. “La Campanera” de Joselito y Estrellita de Palma. Ha nacido mi Princesa y camino, como siempre, con las manos metidas dentro de los bolsillos de mi pantalón mientras suena la sinfonía melodiosa: “¿Por qué han pintao tus ojeras, la flor de lirio real? ¿Por qué te han puesto de seda, hay campanera por que será? ¡Mira que to el que no sabe, tú eres la llave de la verdad! Dicen que tú eres buena y a la azucena te quisieran comparar. Dile que pare esa noria que va rodando, pregonando lo que quiere; que por saberla tu historia, le están buscando como y cuando donde quiere… ¡Ay! campanera… aunque la gente no crea tú eres la mejor de las mujeres porque te hizo Dios su pregonera! ¿Por qué se para la gente, na más la ven de pasar? ¿Por qué es la alondra valiente que alza la frente y echa a cantar? Dicen que si un perseguido anda escondido la viene a ver. Cuentan que amante espera la campanera con la ronda de las tres. Lleva corona de gloria. Coge el revuelo del desvelo por amores, cuando al rodar de la noria, tampoco el velo toca el cielo de colores. ¡Ay, campanera, desde el amante que espera… con la bendición de los altares, como manda Dios, su compañera!”.
Camino por las aceras de este barrio donde las múltiples clases sociales sólo son una Gran Verdad: en cada hogar de los madriles hay gentes buenas y algún que otro ladrón. Yo sé que vivo más allá de mi frontera nativa. Yo soy el que camina entre los colores de un dibujo y el dibujo de una ensoñación. ¿Qué me importa a mí lo que digan los “pros” y los “contras”? Ni me interesa eso de las ideologías ni me importarán jamás. Sólo sé que, en mis bolsillos vacíos, tengo yo una verdadero tesoro: lo llamo Felicidad.
En el recreo del “cole” yo me quedo observando cómo juegan a eso del pañuelo. No. Yo no juego con palurdos. Prefiero empezar a saber lo que son las Letras mientras empiezo a soñar con Ella. El resto del mundo ni me interesa. Solamente sé que tengo que hacer de “canguro” con los dos pequeños pero que, al pasar las horas, llega la noche y descargo mis poemas concentrándome en un punto lejano más allá del horizonte. Miro a las estrellas y veo que sonríe desde su cuna rodeada de ángeles de los de la Verdad. Esos ángeles buenos que me protegen de la jauría humana. Y es que estoy empezando a saber que “La jauría humana” es una historia de Horton Foote. ¿Quiénes de todos estos palurdos que están sentados en el aula saben quién es Horton Foote? Es el mismo guionista que el de “Matar un ruiseñor”. Con eso me basta y me sobra para entender que es “la gran voz americana; propia de su patria, pero también universal”. Y eso es lo que elijo yo para mi vida. Una recién nacida estrella (llamada Princesa) y un futuro donde mi patria sea un pequeño rincón llamado Universo. “Ha nacido una estrella” y “Un genio anda suelto”. Para que luego sigan diciendo todos estos palurdos que me rodean que yo no sé de historias capaces de ser llevadas al Cine. Ya hablará el Futuro. Mientras tanto, como dijo Napoleón Bonaparte, la envidia es una declaración de inferioridad.