!!Viajeros al treeennn!!. !!Desde Eurípides hasta Alfieri pasando por Voltaire!!. !!Salimos!!.
Al entrar en los nuevos espacios, la joven mirada de pupilas femeninas se ha cruzado con mis ojos:
– Es de Juan Ramón Jiménez… -dicen los de ella.
– Supongo que buscas a Platero. – responden los míos.
– Cierto. Me desconsolaron los monederos falsos de Gide- silencian los de ella…
Estoy pensando, de repente, que las cosas han cambiado un poco (algo, bastante o mucho), desde el mismo momento en que subí a la plataforma, y que el mundo, al entrar en el vagón, ha transformado sus nítidas vivencias y desean abandonar los moribundos dogmas de esta cotidiana contemporaneidad que tanto desconsuela.
Miro al espejo de mi propia conducta y compruebo que mis ojos dicen su verdad…
– Son hermosas las frases de poema… -expresan.
– Hermosas y quizás hasta posibles…- responden los de ella.
Presiento que esta noche alcanzaré las nubes de los sueños azulados (¿será por el iris de sus lagunas?)… pues comprendo que el rojizo preludio del anochecer se unifica con el violeta tinte de mis propias semillas para formar un resplandor arqueado de emociones que, seguro/seguro o seguro/nada más, aparecerá en la alborada del mañana; puesto que de principios blancos se trata, al fin y al cabo, el láureo empeño de transitar por los sincopados ritmos de un fonema musical para gozar del asentarse en sus arpegios.
Desde este tramo de fronteras no busco a la tierra que azota frustraciones sino a la que comprende el universo al que todos, en verdad y de alguna manera, pertenecemos. !Si lo supiéramos entender!. !Ay si lo supiéramos entender!. Pero… !Dios mío, otra vez la imperfección de nuestras ignorancias!.
– ¿Deseas interpretar alguna de ellas? -dicen sus pupilas.
Las mías, encogidas en el pétalo de sus misterios, no despiertan aún… porque no soy hoy pero tampoco soy ayer y, en este instante, lo que sucede es que nazco a un nuevo sentido atemporal en el que no existen inútiles esperas ni terminaciones posibles. ¿Soy mañana?…
– Posiblemente sí… -responden sin dudar.
E, inesperadamente, se transfiguran mis sensaciones ante los temblores del raíl que, bajo la luz de la noche, siembran el camino de la red de mis alegrías.
(Fragmento número 3 de La última frontera, de Diesel)