El secreto ingrediente de una inmejorable receta que se transmite de generación en generación en nuestra familia.
En mi casa siempre fue motivo de alegría cuando mi padre nos preparaba individualmente a cada uno de mis hermanos su célebre “naranja a la portuguesa”. Posteriormente comprobé que no existe tal fórmula gastronómica, y quizá la razón de ello sea la sencillez de su preparación: Basta cortar una naranja bien pelada en finas rodajas circulares y espolvorear azúcar por encima para endulzar aún más el sabor natural del cítrico. Con un solo fruto así troceado y presentado se cubre un amplio plato llano, que puede ser degustado cómodamente por el comensal.
Esta misma receta la he repetido miles de veces con mis hijos y mis sobrinas, ya casi todos mayores de edad, habiendo obtenido invariablemente el mismo éxito que mi difunto padre. Aunque siempre sospeché cuál era el recóndito factor de su éxito, no ha sido hasta ayer cuando alguien ha verbalizado la clave mágica. Mi sobrina predilecta, que no diré quién es, me dijo: “Me gusta mucho, tío, porque la preparas sólo para mí”. Pocas veces se ha podido escuchar más nítidamente que el secreto ingrediente de la comida más deliciosa, y el de una familia unida, es el amor manifiesto que se expresa con un poco de tiempo mondando, seccionando y endulzando con mucha solemnidad una simple naranja.
Mikel Agirregabiria Agirre. Getxo
http://www.getxoweb.com/mikel
Versión final en: http://www.geocities.com/agirregabiria2006/naranja.htm