Cuando la lluvia cae, cae sin cesar y mientras la rogamos y nos disculpamos por nuestro derroche… tu te haces la vacilona.
Eres asi, nadie puede obligarte a cambiar. Si te enfadas hasta puedes llegar a matar. Si eres dulce, nos recuerdas a bailando bajo la lluvia, en una noche romantica caminando por las calles de Madrid bajo un mismo paraguas.
Y asi, agarrado de tu brazo nos azota el temporal.
La lluvia es asi, no decide nadie su actitud. Tampoco sabe ella si podra regresar…o quizas si.
El viento… su enamorado, quien la sigue en su fidelidad eterna. Si la lluvia es debil, este viene y sopla con mayor fuerza para camuflar su recaida. Si este es de buen ver, se calla y respeta su valor.
Dos discutiendo…necedad entre dos. Entonces el aire se vuelve gris. Nadie sabe si es su corazon el que habla, nadie puede escuchar.
Ahora descansa. No es mi problema verla ni mojarme bajo su paso. Es descanso para ella y para quien la llama en su suplica de un sol sin agua.
Regaste nuestros cultivos…descanso en paz.
Regaste nuestro rincon desierto y desorientado…que parece nuestra ciudad.
Se quedo el olor a tierra mojada, si…el que me gusta respirar.
Desde mi ventana veo que…ya es primavera.
Observo que expresas mucha visión interna en tu literatura creativa y eso es, bajo mi punto de vista, un gran aspecto de tu expresividad. En un rincón de nuestras ideas la lluvia siempre nos hace meditar. Una lluvia que va más allá del simple hecho de su constitución biológica porque significa sentir el cambio, amar las actitudes, responsabilizarse por lo sentido en un momento determinado. Por eso me gusta esa clase de lluvia.