– ¿Para que confundir
al que sabe haciéndole
ver que no?.
-¡Oh, que absurda
su contradicción!.
¡Osado rebelde venido
de la nada!.
¡Darte de coces
es mucho pedir
a mi caballo!.
– ¿Que caballo?.
¿Si es un burro mal parado?.
¿No ves que su pelo brilla
mas que el de un ratón?.
-Por lo menos tiene
vida y corre como
un bribón.
-No es prudencia tu descaro
hombre de cajón.
Ni elegante su cabello
blanco polvoriento por
tu sol.
– No me digas
que no sin razón.
Mis deseos son ordenes
y no tu roto corazón.
-Mi corazón estará roto,
pero este se unirá en dos.
El de vos es cenizo,
de dificil solución.
-¡No me hables cacatúa!.
¡Eres listo como un ladrón!.
– La verdad es mal oida,
eso ya lo sabía yo.
Será corta mi despedida.
-¡Vete y que no te vean salir
por la ofendida!.
-Me ofende su poca fé,
la mia no será vendida.
-Ni por vendida la compraría,
mi dinero es la promesa de mi
alejada amada.
-Ya no pienso escuchar mas
por su boca endemoniada.
-¡Al diablo su condición!.
Que pena su bella amada.