Quisera decir… y sin embargo me callo. Guardo silencio. Hubo alguien que dijo “Sólo sé que no sé nada”. Era tan importante que podía haber dicho “Sólo sé que sé mucho”. Hubiese dicho una verdad pero habría dejado de ser sabio. Podría haber dicho “Sólo sé que sé bastante”. Hubiese dicho una verdad pero habría dejado de ser humilde. Podría haber dicho “Sólo sé que sé un poco”. Hubiese dicho una verdad pero habría dejado de ser sencillo. Y al decir “Sólo sé que no sé nada” siguió siendo sencillo, humilde y sabio a la vez… por eso aquel griego pasó a la historia de los pensamientos universales. Yo quisiera decir… quisiera decir… mi nombre… o tu nombre… o el nombre de ella o el de él… pero guardo silencio… no por sencillo ni humilde ni sabio… sino simplemente por voremista.