VIDA, CREACIÓN, TIEMPO
Carlos Montuenga
Puede parecer una gran paradoja, pero pocas cosas definen mejor la realidad humana como el hecho de que sólo existimos propiamente en el fluir efímero del pensamiento. Nuestra naturaleza no responde, como la del mundo material que nos rodea, a un “ser” sino más bien, a un” imaginar”. Al volver la mirada hacia la actividad diaria de nuestra mente, caemos en la cuenta de que de cada momento es un trampolín desde el que nos lanzamos sin cesar hacia el futuro, imaginando lo que vamos a hacer o dejar de hacer en la hora que sigue, deseando poder lograr esto o liberarnos de aquello, soñándonos en una u otra circunstancia venidera.
Nuestro modo particular de existir es creativo, o, más aún, es pura creación que desvela el camino hacia lo que está aún por acontecer. Sin el torrente de la imaginación, sin la audacia de los sueños, nuestra realidad interior languidece, se hace plana; la vida se deshumaniza y apenas podemos aspirar a algo más que a convertirnos en un resorte sumiso de la omnipresente maquinaria social.
El mundo es nuestra creación y por eso podemos transformarlo. A lo largo de siglos y milenios, la manera de entender la vida ha ido cambiando sin cesar, y, no obstante, tendemos a dejarnos dominar, una y otra vez, por la ilusión de que nuestro momento es el definitivo, la culminación y el final de la Historia. Así debieron creerlo los fundadores de los antiguos imperios, las multitudes enfervorizadas que se alistaban en las Cruzadas o, mucho tiempo después, los artífices de la Ilustración, verdaderos inventores del mundo “moderno” que nosotros hemos heredado.
Pero existen tantos mundos como seamos capaces de imaginar. Y al navegar entre ellos nos adentramos, casi sin darnos cuenta, en esas regiones olvidadas de nuestro ser donde se oculta la clave de la felicidad.
Saludos:
Hemos evolucionado unidos al “cuerpo mental”. Desafortunadamente no lo podemos tocar, pero sí utilizar para seguir por senderos curiosos e incluso evolutivos. Muchos autores hablan de la Vida es Sueño y han sabido entender este juego que se soporta en la “existencia” y en la “imaginación/causa del mental”. La felicidad sigue siendo una palabra inventada para describir un cúmulo de circunstancias. No es aplicable a las mismas situaciones ni a los mismos momentos. El Tiempo, aceptado como espacio evolutivo, no deja de permitirnos el hacer mucha cosas, el alcanzar metas,el fracasar…”pero sólo ese tiempo”, los demás…los que son fruto de lo “imaginado” no pueden expresarse con las mismas palabras.
Un saludo.
Existe el “tiempo presencial” y el “tiempo mental”. El problema es cómo conjugar nuestro estado anímico en ambas coyunturas. Un tiempo sinonimizado como un instante nos da la sensación de una felicidad o una tristeza “del momento”; pero más allá de esa temporalidad tan concreta está todo el “tiempo ausente”: ese que nos toca vivir con el pensamiento como coordenada esencial. Y ahí es cuando hacemos creación de vida en el tiempo. Sin la imaginación no existiríamos como seres dentro del Tiempo (con mayúsculas para diferenciarlo del momento) pero la imaginación también nos hace cambiar incesantemente. a lo largo de toda la Historia los tiempos han comenzado y han finalizado en diversas coyunturas sociales pero el ser humano sigue extendiendo su ansia de hallar una naturaleza intemporal, aquella que nos dé la ilusión de que cada momento vivido forma parte de un “tiempo pensado”. Nuestra realidad va languidenciendo y el tiempo queda ahí, como una creación que escapa a las posibilidades de contención humana. Quizás el verdadero esfuerzo de los hombres y mujeres del mañana sea esforzarse por volver a humanizar los tiempos “presenciales” y “mentales” de la posterior estapa histórica. Un abrazo, Carlos, por tu espléndida reflexión que da para mucho más que un breve texto o un breve comentario.