Nuestra expresión no es de quien se quiere arrancar
un dedo para seguir con el otro
hasta quedar reducido a un lastimoso tronco humano,
nuestro sistema social afortunadamente
no ha llegado a tal grado de decadencia
aunque según mis propias expectativas no falta mucho.
Pero volvamos al punto del hombre que se hace pedazos,
regularmente es un prudente oficinista delegado,
sabio holgazán que por fortuna puede serlo,
es de la clase que se sienta frente al monitor
tratando de descubrir como el brillo plano
puede hacerse imágenes nítidas de mujeres desnudas
o de juegos cartománticos
al tanto el resto de los inocentes que pasan a su lado piensan
que esta sobre un plan crucial o resolviendo un problema
que requeriría de cualquiera que intentara resolverlo
un mínimo de coeficiente intelectual
superior al del resto de la tranquila y somnolienta raza humana
cuando en realidad lo que pasa por su mente
son las tenazas de los cangrejos y su inmortalidad.
El hombre que se hace pedazos es aquel
que tiene tal dominio de su mente y su cuerpo
que Buda y los faquires hindúes
querrían tener una diezmilésima de la que este aplica
para estar en ese estado de hipnosis
pero bien despierto,
hasta justo antes de que pasen mas de 7 horas y 59 minutos
de estar haciéndose pedazos.