En la mañana el látigo del sol levantaba nuestras cabezas para despernarnos nuevamente en un paraíso natural.
De entre las montañas surcaban aves venidas de otros mundos para mostrarnos su color, y nuestros ojos inocentes sin saber a veces lo que veían, se cargaban de risas amables ante semejante visión.
El mundo es mundo allá donde tus pies lleguen y el sol quema desde lo alto con sus brazos estirados ante la vida.
Ahora quiero pararme a recordar todo cuanto en el silencio, sin mediar palabra, allá, de pie frente a la inmensidad pude recoger.
Los ríos portadores de futuro partían a caudales, y la esencia mejor llevada fueron los ecos del todo y nada del ser ante el aire que de razón no entiende.
Éramos pequeños para toda aquella gran creación, pequeños ante semejante caudal de risas y de espíritus traídos de años y años atrás.
Entonces mis pies se detuvieron para no seguir más, pues todo cuanto había buscado nacía en forma de la más simple flor.
Todo es vida, como el nacer de la tierra, como tú en un día como el de hoy bajo el aroma de la más tierna piel.
Y no importó mas vivir o morir bajo la flora inmersa de palpitar surcando cielos.
Todo pasó a ser la respuesta a unas preguntas vanas, pues cuando se siente, cuando te llevas de lo mejor lo mas bello y simple entonces….no hace falta preguntar.