Al abrir los ojos me doy cuenta de que no estoy en mi casa .La cabeza me da vueltas, la boca no la puedo abrir, una terrible sequedad la mantiene pegada, soy incapaz de recordar lo que ocurrió la noche anterior; la conciencia me muerde cruelmente. Mi ropa está tirada en el suelo, sólo la corbata estaba colgada en una vieja percha. A mi lado no hay nadie, no escucho ningún ruido. No quiero levantarme, antes tengo que pensar en la noche anterior y sobre todo en María José, ¡Cuántas veces le prometí que iba a cambiar! .
Iba recordando lo sucedido, el Púb., las cervezas, la rubia excitante, ….. Me visto, el pantalón de franela está completamente arrugado; dos manchas en mi elegante camisa azul reflejaban con exactitud mi libertino comportamiento nocturno.
Son las doce del mediodía; estoy resignado, sé que todo va a terminar entre nosotros. Llego a casa; abro la puerta sin temor, no tengo excusas, soy indomable. María José está sentada en el sofá, me mira con ojos tristes, le sonrío con ternura y me dirijo a nuestra habitación; allí estaba mi maleta, encima de la cama, a su lado el anillo que le regalé por Navidad y unas cuantas fotos; lo recojo todo, ni tan siquiera le digo nada, las llaves las dejo en la mesilla de noche. Ya estoy en la calle, unas gotas de agua gruesas y dispersas caen frías sobre mi cabeza; aquella lluvia reflejaba el final. ¡Y la sigo queriendo tanto!