El texto de la canción “Palabras para Julia” expuesto por Alberto aquí, en el Vorem, hace sólo algunos días, me lo ha hecho recordar: fue una noche de verano en un lugar lejano, junto a la hoguera rasgaba las cuerdas de la guitarra Luis Alfonso y ella estaba junto a mí, mirándola yo de frente y a los ojos porque me inspiraba palabras de amor palabras…
Sobre las encinas, colgando del aire y de la atmósfera, centenares de estrellas rutilaban y rotulaban ese espacio sideral en que nos habíamos todos embarcado. Era época de cantautores y todos entonábamos palabras para ella. Hablábamos también de teatro y cuántas serían nuestras emociones que al alba aún permanecíamos incólumes ensoñando pensamientos de libertad. Ella estaba junto a mí, mirándola yo de frente y a los ojos porque me inspiraba palabras de amor palabras…
Al río cercano fuimos para bañarnos con los rayos de plata de la luna que movían sus líneas permeables ligándolas a los contornos del agua. Presentíamos todos nosotros espacios de ansiedad para conquistar expresiones nuevas. Todo era mucho más fantástico, mucho más onírico, mucho más profundo y rotundo que el simple estar en esta vida. Todo empezaba allí y culminaba allí. Y cantábamos para levantar la vista y afianzarnos en nuestros intentos por construir un nuevo ser humano conviviendo con el mundo de los sueños. Ella estaba junto a mí, mirándola yo de frente y a los ojos porque me inspiraba palabras de amor palabras…
Julia se me hizo y deshizo entre los brazos y sobre las brezas de una peña redonda a donde habíamos acudido para enamorarnos de la paz en las horas nocturnas. Muy lejanos de todo el tiempo circundante, ambos rozábamos la silueta corpórea de la mutua compañía mientras silbaba el viento las estrofas del poema. Tendrás amigos tendrá amor tendrás amigos. Nuestro cobijo era el abrigo de las ondas y el rasgar de las cuerdas de una guitarra mientras la hoguera crepitaba oquedades en el aliento de nuestros corazones que palpitaban mientras ondeábamos entonces las banderas verdes de las esperanzas y mientras nos permitíamos descansos eternos para seguir creciendo hasta sentirnos verdadermaente libres. Y más allá de toda memoria inédita nos embelesaba a ambos el rumor de unas pisadas desnudas sobre la verde pradera cuando el sol amaneció e irrumpió poderosamente sobre los picos de las montañas. La línea de la sombra se escurrió rápida y movediza bajo nuestros pies recién nacidos. Ella edstaba junto a mí, mirándola yo de frente y a los ojos porque me inspiraba palabras de amor palabras…
Hoy, cuando la presencia en el Vorem de este poema me ha vuelto a memorizar aquel encuentro con Julia y las palabras, me concentro en el sueño del pasado y, penetrándolo como dardo de luz, descubro que sigo siendo el mismo trotamundos que impregnó sobre sus labios el estigma de un beso rojo como el amanecer para recordar que el mundo nos empuja hacia adelante con un aullido interminable interminable… pero siempre estará ella junto a mí, mirándola yo de frente y a los ojos porque me seguirá inspirando palabras de amor palabras…