Truenos, relámpagos.
Bandera roja.
Yó, naúfraga irresponsable, comienzo a caminar.
El mar es mío, no hay nadie, sólo yo.
Me llama a gritos,
no puedo resistir unirme a él.
Camino por la orilla, no hay peligro.
Un poco más lejos, un poco más allí.
La tormenta arrecia,
Agua dulce en mi cabeza, agua salada en mis piés.
¿ Cuál es gota? ¿ Cuál es ola?.
Soy mar, soy arena, soy ola,
soy una caracola.
Chirriantes rayos derrapan en el mar.
El ruido de los truenos asustan por primera vez mis oidos.
De pronto,
una ola traicionera sale de su encuadre tragándose la caracola.
Caracola se pierde en la oscuridad, da vueltas, pataléa,
la arena con fuerza golpéa su frágil caparazón.
Sus fuerzas flaquéan,
el mar se la lleva cruelmente para sus entrañas.
Caracola no puede dejarse, no quiere terminar así,
su último intento de rebeldía la consigue dejar exhausta en la orilla.
Asustada, temblando,
llora tirada en la arena.
El mar le reprende:
¿ Es que no viste la bandera roja?
Espero que hayas aprendido la lección, le dice seriamente.
Caracola dice un sí casi inaudible,
es que ama tanto el mar,.
Un abrazo. Alaia
Hola Alaia, es cierto a veces las personas soportan el dolor por causa de amar tanto a alguien, y es algo que sucede con frecuencia… pero yo en mi visión personal, cuando eso sucede me pregunto… es eso verdaderamente amor?.. no sé si lo digo porque aún no me ha pasado. Tampoco puedo juzgar, pero el amor es el amor, y las personas hacen cosas que en un momento creyeron nunca llegar a hacer. Un gran saludo Alaia, un fan. : )
Me recuerdo a veces caracola, naúfraga irresponsable…, con el tiempo y la vida uno aprende a tener en cuenta (al menos) las banderas rojas…
un abrazo
Precioso poema-relato, Alaia… que consigue hacer reflexionar a través de algo tan sustancialmente frágil como la caracola nadando en mar con bandera roja. Hace pensar tu texto. Pensar y reflexionar.