Tengo muchísima aprensión a los embudos enormes de las centrales de los pantanos. Con sólo acercarme a ellos ya me pongo mala, me sube una cosa por el estómago que me tiemblo de piés a cabeza, y mirar al agujero, ni os cuento, imposible y todo por que de pequeña, en unas vacaciones en Galicia coincidimos con la inaguración de un grandísimo pantano. Recuerdo a muchísima gente viéndolo. De pronto un gracioso que estaba a mi lado dijo: Vais a ver como es el funcionamiento de este agujero, cogió un gato y lo tiró al embudo. Casi me muero, Aquella visión me dejó tan alucinada que no puedo con ellos. Pero… hace unos días comentando en familia cosas, salió lo de aquellas vacaciones y yo saqué lo del gato.
Todos dijeron: ¿ Qué gato? ¿ Qué dices? Eso no pasó, debistes de soñarlo. ¿ Soñarlo? uffffffffffff. Pues por lo que dicen, tubo que ser un sueño, pues vaya como a mí se me mezcló con la realidad. Vaya, vaya con los sueños. Podíamos haberlo comentado muchos años antes. Ahora, que mejor, yo lo he pasado muy mal, pero… me alegro muchiiiiiiisimo por el gato.
Besos embudados. Alaia
Pues sí, menos mal…,jajajaja, yo también he vivido alguna historia parecidad, auqnue nadie moría ne aquella historia, y no me ha dado quebraderos de cabeza, que ya es algo…, jajajaja
un abrazo
Sin duda te pusiste en el lugar del gato y experimentaste esa opresión de ser “tragada”. Creo que la fuerza de los espacios tubulares nos provoca a todos algo, en tu caso es un “revivir el momento”. Tanto si es realidad como un sueño…se quedó ahí, en tu telaraña de temor y con tu texto algo se ha liberado, almenos has compartido la experiencia con muchos y tu temor, puede ser que se haya diluido…Saludos.