Llovía y había sol
Cansado de no ser entendido, de no hablar el idioma de casa, Marcos emprendió camino un día lluvioso y alegre a la vez.
Era feliz porque salía de casa en busca de mis amigos, todo parecía ideal, la calle, los árboles la gente y sobre todo mis amigos. Con ellos todos los días era una nueva aventura, una nueva charla, una nueva vivencia…. Era mi energía, mi vida, todos nos queríamos y también nos enfadábamos como en cualquier otra pandilla.
Sentía alegría por salir por fin de casa, donde todo era reglado y monótono, pero me entristecía cuando nos separábamos alguno de los colegas. Con ellos podía hablar de todo, no como en mi casa, que en realidad parecíamos todos unos extraños, no podía decir a mi hermano mayor siquiera que lo echo de menos, ni a mis hermanas decirle que las quería, no sé, no me salía del alma, pero a mis amigos si puedo. Me siento cómplice, a gusto, lo mismo sienten ellos, seguro; me lo cuentan todo, nos ayudamos, no apoyamos, creo que he conseguido formar una familia aparte, que me cuida y me quiere.
Había sol pero llovía a mares
Un buen día, en su camino Marcos tropezó, riesgos que se tienen cuando se camina por la vida, sin rumbo o con él, ese día era esplendido pero triste a la vez, cuando uno tropieza no se ve el sol sólo se ve el suelo muy cerca.
Tuve un problema que ya no era tan fácil de solucionar, de repente la familia que había formado se apartaban de mi con caras amables, ¿porqué ya no me llaman?, empezaban a desvanecerse lentamente, pero ¿qué pasaba?, porqué no habrían las puertas cuando yo llamaba, ¿todos? pero si éramos una piña indisociable, que ha pasado nadie viene a verme ya.
Vagabundeaba por las calles y, mi paso era lento y triste, y todo lo que hacia era gris y desilusionado. Tenía que sentarme un rato, no podía con el alma, lloraba disimuladamente, cuando abro un ojo, y veo unas polvorientas zapatillas de deporte que estaban frente a mi cara, al levantar la mirada, la sombra de una persona delgada y atlética, que tenía al potente sol detrás de él, impidiéndome verle la cara, solo pude verle caer una brillante gota de sudor por el arco de su nariz, y me dice:
-Hola, se encuentra bien
-¡¡¡ siii !!!! ¿Usted quién es?
– perdona estaba corriendo por aquí y me fijé que llorabas, no me gusta parar pero….
Algo me hizo confiar en él, y se lo conté todo
– no soy quien para ayudarte, ¿no tienes familia?
– si, bueno, creía tener dos
– no amigo en la vida sólo se tiene una verdadera familia, no tiene que ser sanguínea pero se sabe quienes son y a veces la confundimos. Habla con ellos y te sentirás mejor.
Ahora había sol y no llovía nada
El corredor se alejaba con rapidez y con fuerte pisada, por el camino, se despedía de Marcos con la mano a la vez que le guiñaba un ojo.
Fue lo más parecido a un verdadero amigo que había tenido nunca, no necesitaba más que un buen consejo. De repente me sentía mejor, lo vi claro. Regrese a casa, todo era de nuevo familiar como cuando era pequeño, los olores, los colores, los cuadros, la plantas, siempre me serenaba cuando atravesaba ese zaguán. Cruzaba el patio, cuando una voz que caía desde la azotea me saludaba con mucha alegría;
-¡¡Marcos!!
– ¡¡Hola mama!! Te quiero.
Abrir tus sentimientos a la familia no debería ser mas difícil que a un extraño.