Es algo nostálgico recordar aquella infancia fantasiosa, alegre, de sueños e imaginación poderosa. Viajes al espacio, travesías a miles de km. Bajo el océano, aventuras, en islas escondidas o tierras fantásticas, míticos personajes otros cómicos y otros un poco más temibles, escondites secretos, el gato y el ratón, cuentos en tardes lluviosas, chocolates antes del almuerzo, batallando con tus padres mientras ven noticias, para cambiar a ver fábulas, esos diciembres con sorpresas en las navidades, tardes de sol y sonrisas al viento mientras con los amigos de barrio persigues la bola para anotar un gol, las caídas con sangre en las rodillas, el triunfo de dominar la bicicleta y andar sobre los charcos, o quizá pidiendo un vaso de agua en alguna casa.
Humor infantil, sin morbo ni situaciones picantes. Sentido de amistad y uno que otro diente que cae para esperar al Ratón de los Dientes que deja dinero, aunque mi ratón siempre me estafaba, mi inocencia y felicidad me hizo trascender el verdadero significado de estar vivo y crecer para dejar todo eso confiscado y cuidadosamente guardado en el baúl que llamamos niñez.
Un comentario sobre “El baúl que llamamos niñez”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Me ha hecho sonreir pensar en cuando era niña…, y me alegra saber que hay una parte de esa niñez que no tiene por qué morir ni quedar atrás…, que no se cierre totalmente nuestro baúl, nu abrazo