Que poco soy en este gran mundo, que pasos tan pequeños para estos pies que parecen grandes y que dormir tan lento en la rapidez de los días que pasan como aves surcando cielos.
Que mirada tan corta para tanto como hay por ver, para tantas vistas inalcanzables y bordadas al gusto de la vida y que libre para este mundo que todo parece contener entre sus grandes manos.
Que cabellos tan oscuros si los comparas con el sol que nos alumbra, y que labios tan secos para este mar vivo y azul que reina en este minúsculo corazón, pero que gran suerte la mía de pertenecer a él.
Que escaso mi aire al respirar, que tiernas las palabras cuando el fuego no nos dejó escuchar.
Y mis pensamientos distantes parecen no molestar mucho, parecen no ser oídos, porque hay un retiro para cada hombre, una pequeña esquinita en donde depositar todo cuanto somos cuando la luz se apaga.
Ojalá pudiese alcanzar a la más pequeña de las estrellas y compartir con ella mis sentimientos, hablar bajito para no despertar a nadie, pero mi estancia es tan breve, los momentos tan cortos e intensos que su luz quedaría sola y fría entre las sombras y jamás la voz escucharía.
Que suerte entonces que mis manos sean tan pequeñas que una estrella no puedan alcanzar.
Me parece muy positivo asumir que somos algo más aquí, que somos uno más, y que al mismo tiempo eso nos sirva para disfrutar al máximo de cada corto instante, muy bonito Nasia, un abrazo