¡La cuatro de la mañana! No he visto el reloj, mas mis ojos ya tienen ese pica pica antes de ir a dormir. Últimamente he dormido a esa hora automaticamente. Tal vez sea otra de esas extrañas temporadas de insomnio. Dedico mi tiempo a escribir hasta que me dé sueño.
Bueno, ya me está dando sueño. Ya me voy a dormir. ¡Oigo un grito repentino! Al menos creo que eso era, ¡no!, me pareció más bien un carro estacionado al frente. ¡Mi perra frenética ladra repentinamente! Entre el sonido de sus ladridos me parece escuchar que alguien se aproxima, veloz. Espero. Se apresura. ¡Me preparo para que abran la puerta de mi habitación! Creo que la bulla es EN mi casa. Pero…. ¡No!. No abren mi puerta, ahora escucho los pasos muy presurosos. ¡Corren! ¡Van por el techo de mi habitación! La cruzan. Mi perra desesperada sale por la pequeña puerta trasera para ella y continúa ladrando, no se detiene. Cauteloso, solo escucho.
Mi corazón late, me asusto pero me controlo sin saber cómo. Analizo qué puede ser. No lo sé. Transcurren unos momentos, no más. Ensordecedor silencio, solamente. Hasta que algo rompe la serenidad de la noche. El maullar de un gato, la perra ladra nuevamente y sus ladridos se alejan gradualmente persiguiendo al triste maullar del gato que peleó en el techo. Respiro con alivio. Creo que seguiré tomando pastillas para dormir a mis horas y no escucharé a mis oídos cansados de nuevo.