Se supone que debo decir algo trascendente,
algo de suma importancia…
alguna imagen inmortal.
Debo recrear el paraiso
o subir los hielos del infierno…
se supone que la estética de mi creación
debe emular todos los universales platónicos.
Pero, ¿cuál es mi mensaje?
He aquí uno:
Al salir de tu casa
ata bien los cordones de tus zapatos,
no vaya a ser que tropieces
y resultes destrozado por algún vehículo.
Mira bien por dónde caminas
y con quién hablas
tus palabras deben llegar a un buen receptor.
Es cierto, demasiado cierto, que la humanidad
no es buena oyente y aunque sufrimos
casi siempre lo hacemos en silencio,
acumulando agonías en las bóvedas del dolor,
como si cada amargura fuera un diamante
y cada aullido un lingote de oro macizo…
este es nuestro tesoro; y al final,
en el momento de expirar, nuestra herencia…
Nuestra moneda de cambio,
nuestra ilusión,
es el más profundo de los pesares.
es que ya nadie escucha
o solo queremos oir
que todo va bien
que somos felices
y que si bien las cosas no son perfectas
en realidad
no tenemos tiempo
para preocuparnos
por pequeñeces
vaya manera de entender el tonto e incontenible acto de sufrir! me gustado mucho. un abrazo
No entiendo… ¿se supone que la primera parte es algún tipo de metáfora relacionada con el sufrimiento, acaso con el hecho de que el mundo gire tan rápido que no tengamos idea de que es ser feliz en realidad? Por que no debo entenderla sino no tienen relación…
Tienes razón, la idea de felicidad está algo distorsionada, aunque cada uno tiene su idea de un “mundo perfecto”. Alguien minimalista es feliz con dos o tres pequeñeces… Y a muchos esas pequeñeces por que las que no nos preocupanos por no para el mundo son en ocasiones las más importantes.
Cierto. Aunque pienso que tu texto tiene más de reflexión que de poesía, si acaso la filosofía a veces se viste de poesía sin rima.