Extraño ha comenzado el día de hoy. Sí. Bastante extraño. Por primera vez, en dos largos años que desayuno en el Studio 3, la silla de Damián estaba vacía. Siempre ha estado aquí Damián a eso de las 10 de la mañana. Aquí sentado. Mirando hacia la Nada y sonriendo siempre al vacío de sus misteriosos pensamientos. Dicen que ha estado así desde siempre; pero yo no sé qué es siempre cuando los demás se refieren a Damián. Nadie sabe nada del Mundo de Damián. Así. Mundo con mayúsculas. Un Mundo donde Damián siempre movía la cabeza de un lado para otro como sacudiéndose moscas imaginarias.
Y hablo ya en pasado de Damián porque poco después de las 10 llegó la noticia. Damián ha muerto. Las enigmáticas sonrisas de Damián, las que iban destinadas al vacío de sus metafóricos y misteriosos pensamientos, ya no estarán más veces presentes en el Studio 3. Y hoy este café con leche me parece un poco amargo. A mí que siempre me gusta bastante dulce.
Un niño de muy corta edad se ha sentado, ahora, en la silla que siempre estaba reservada para Damián. Este niño también sonríe… aunque las sonrisas del niño están dirigidas a un mundo mágico pero real. Y ahora no puedo hacer otra cosa sino imaginarme que el viejo Damián sonría siempre como un niño. ¿El Mundo de los vacíos de Damián no estaba tan hueco cómo creían muchos?. ¿A qué cosas sonreía Damián?. Nunca lo sabremos con exactitud. Lo único que sabemos, hoy, es que las sonrisas de Damián se fueron hacia el infinito.
Quisiera poder seguir escribiendo algo más hoy en mi Diario… pero no puedo… porque un par de lágrimas brotan de lo hondo de mi corazón. Y es que recuerdo a Damián sonriendo, sentado a mi lado, sin saber nada de mi existencia pero abarcando todo su Mundo de misterios inescrutables. Siento un poco ganas de llorar ahora que el café me está sabiendo amargo. Cierro la página de este mi querido Diario poniendo un punto. No es un punto final. Tampoco es un punto y seguido. Sólo es un punto al que voy a agregarle otros dos más. Para convertirlo en puntos suspensivos como suspensivas fueron las sonrisas del viejo Damián. Suspensivas en el aire de la vida…
Nota para Damián: Nunca me conociste. Yo a ti intenté conocerte y he llegado a hacerlo ahora que no estás aquí. Esta noche te escribiré una carta porque sé que allí donde quiera que estés la sabrás leer. Carta sin luto alguno. Sólo adornada con un ramo de olivo sin paloma. La paloma tampoco está ya aquí. Te la llevaste tú con tus inescrutables e intrincados pensamientos.
No sé que sientes por Damian pero algo de lo tuyo me recuerda a lo mío, inevitablemente: pienso que el que no ha vivído una muerte cercana aún tiene de lo que aprender, mucho de lo que aceptar y de entender. Si tuviese alguna clase de religión rezaría por ese alma pero ahora solo me queda decirte lo siento y tú aceptarlo con las horas. Y seguro que dentro de poco su recuerdo compartirá la sonrisa contigo, y el recuerdo amargo como el café que tomastes hoy se tornará dulce, idem. Un saludillo
Qué bonito Diesel, lleno de calidad y calidez humana…, cuántas veces conocemos a alguien en el momento en que ya no le tenemos cerca, un abrazo Diesel
¿A qué cosas sonreia Damián…?Uf..he comenzado a pensar en”esa “persona,ese ser que daba a al adjetivo humano tal significado,esa alma compañera que dejó un vacio inmenso tras su asusencia en mi vida y vuelvo a tener el mismo pensamiento una y otra vez..que bueno hubiese sido compartirnos…pero estoy feliz de saber que exististes y existes. Mil gracis Diesel