Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus ojos tejiendo los hilos entre las algas saladas de los ultramares, allí donde me he quedado colgando la costa a lomos de un navío que flota entre las olas de tu rojo farol. Bajan del cielo las gaviotas para trazar la raya añil de tus amores.
¿Hay también naranjos en el mar?. Posiblemente. Naranjos marinos que crecen en algunas fragatas furtivas y perdidas junto al faro de tus ojos negros. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus labios arduos besando al alba de los naranjos marineros. !cuánta sed tienen las algas que rodean el azul del mar!.
Como un pañuelo te vas, viento marinero, a cabalgar con los requiebros del amanecer hasta la recóndita desaparición del silencio. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus sedosos cabellos naciendo en la quietud de los navegantes que te saludan !oh playa de las olas infinitas! con las últimas estrellas como anclas hundidas entre las caracolas.
Y tú te vas… despacio… muy despacio… por el playario (playa/río) de la arena blanca. Azul y verde. Verde y blanco. Blanco… y tus blandos pies rumoreando en la bahía.
Al alba al alba… !siempre al alba, mi pequeña niña marinera!. Al alba…
Hola diesel: cierras tu ciclo de Albalaria con un tercer texto igual de bello y hermoso que los dos anteriores. Ha sido un guisto haberlos podido leer y sobre todo haberlos podido degustar. Tres filigranas -como dice Onlythebestones- llenas de calidad literaria enorme. a la altura de los grandes escritores. Un abrazo.