Por cuarta o quinta vez les paso un poema de Juan Ramón Jimenez, un autor que poco a poco he ido descubriendo gracias a un libro antiguo que mis padres tenían guardado por ahí (¿y quién no ha tenido alguna vez la misma anécdota?). Quizá sea un principio para conocer el mundo de la poesía o quizá no sea más que un autor con poesías profundas y arraigadas con el que me reflejo. Además de ser sencillo por que es poesía directa, no hay que darle muchas vueltas. Un saludo a todos.
A tu abandono opongo la elevada
torre de mi divino pensamiento.
Subido a ella, el corazón sangriento
verá la mar, por él empurpurada.
Fabricaré en mi sombra la alborada
mi lira guardaré del vano viento,
buscaré en mis entrañas mi sustento…
Mas ¡ay!, ¿y si ésta paz no fuera nada?
¡Nada, sí, nada, nada! – O que cayera
mi corazón al agua, y de este modo
fuese el mndo un castillo hueco y frío…-
Qué tú eres tú, la humana primavera,
la tierra, el aire, el agua, el fuego, ¡todo!
… ¡ y yo soy solo el pensamiento mío!
Saludos:
Hay en Juan Ramón un no sé qué impreciso. En ajusta métrica resuelve el poema con una perfección de Poeta. Aquí, quienes sólo escribimos a ratitos…nos deslumbra tanta precisión. De Juan Ramón me quedo con su biografía, con su vida, con su profundo dolor…y la Poesía, casi tan perfecta como su inevitable locura. Saludos.