Surcaba los espacios con sus alas de nácar desplegadas en medio de los rayos de la luz. Ella surcaba la vida llenándola de esperanzas verdes y los arcos iris de todas sus geografías se pronunciaban radiantes en la mirada de los oteros y los valles. Allí, bajo la atenta presencia de los pinos, la fugaz llegada del misterioso ademán llenaba los colores del día como una inmensa aureola de paz y de concordia. Ví a la paloma volar y entonces sentí la imperiosa necesidad de hacerme mirlo encantado bajo el sonido de la música de la lejana flauta de un pastor de ovejas que descansaba sobre la verde pradera. ¡Qué hermoso instante este en el que todo el contenido de la vida se transfigura en una metáfora de los espacios!.
Un comentario sobre “Ví a la paloma volar…”
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A la paloma blanca le pone el contrapunto el negro mirlo. La dualidad, el yin y el yang, lo positivo y lo negativo, lo activo y lo pasivo. No hay antagonismo, sino que se complementan.
Muy bella tu escena bucólica.
Un saludo, Diesel.