Moribundo, moribundo dormido sobre las teclas de un viejo piano. El sabe que fui niña, sabe que le amo, que le escucho aun cuando nadie le acaricia con sus largos dedos.
Si…aquella niña le escucha, vibra con el silencio cómplice de su capricho innato al sonar.
Moribundo, moribundo tiempo acostado sobre sábanas blancas que cada noche me ve crecer.
Tiempo de música, de sentir, de latir, tiempo para volver a ser y dejar por un momento al hoy frío y real de la insensata razón que cree saber más que el ayer y más que la inocencia…malvado el hoy.
Moribundo, dichoso moribundo, que hasta envuelto en polvo llevas envidia al sol por tu hermosa sabiduría.
Si, ayer fui niña, y ahora, y siempre…porque el es amigo de la locura, de la risa…
Si, amigo del moribundo que le atisba cuando sabe que nadie le ve.
Gracias a la melodía del corazón.
“sabe que le amo, que le escucho aun cuando nadie le acaricia con sus largos dedos” Buah acabo de llegar hoy y… ¡que me encuentro! Una prosa que es casi poesia y que al hacer la mezcla da un sabor dulce al primer vistazo… Muy lindo!
Saludos:
Creamos poesía cuando sentimos desde elc orazón. El tema puede fluctuar deun modo u otro, pero la emoción se palpa y se presiente. Tu texto tiene algo que evoca nostalgia. Un saludo.