Hoy, después de mucho tiempo, encuentro tu sombrero tirado en el suelo. No se si reír, no se si llorar al verte llegar con tu gabardina gris y una rosa arrancada de cualquier jardín para una única mujer, para esa mujer que hoy sujeta entre sus manos lo que fue en un simple y antiguo sombrero.
Tal vez, aquella corta historia nos enseñó más de lo que vemos, quizás en alguna esquina nos viese llorar y nos soplase al oído para que viésemos el sol de nuestro día en su totalidad.
Pero tuvo que partir, y así fue, hasta que sin querer me tropecé con el beso de dos amantes en este viejo y esplendoroso jardín de jazmines
Y en sus jóvenes cuerpos nuestras caras sonríen ante las manos de un viejo hombre que feliz de vernos grabó nuestra suerte en tinta blanca y tinta negra.
No, no vi tu sombrero, no pude asir aquel recuerdo que compartía la suavidad de tus cabellos, pero lo sentí allá tirado, allá diciendo mi nombre para hablarme de ti en este día idéntico al de ayer.
Quien me oiga creerá que estoy loca al hablar con las hojas de este seco otoño
cubriendo a la verde primavera de mis recuerdos.
Existen locuras que forman parte de un sentir especial,. La loca sabiduría, el despertar sensible a un ólo detalle. Un relato maravilloso.
!Divina locura llena de lucidez total!. Nasia: no sé que opinarán lo que te oigan hablar con las hojas de este seco otoño pero quienes sepan leer lo que has escrito solo podrán decir una cosa que te vuelvo a repetir. !Divina locura llena de lucidez total!. !Y qué excelente relato!.
“Una mujer con sombrero, como un cuadro del viejo Chagal…” cantaba Silvio Rodriguez.
Un sombrero del que salió un lindo relato ¡Alejop! ¿Qué te dicen las hojas de otoño? ¿Nos contarás su secreto?
😉