Mientras vago por las calles de la Ciudad de México, recorriendo callejones y edificios viejos, veo de pronto un “te quiero Anayeli” garabateado en una pared. Oh, sentida manifestación de sentimientos, ¿amor puro, sincero? No tanto así. Supongo que este tipo de amor es más fácil de curar, de sacudirse con los dedos, aquél que raya paredes, regala chocolates, postales y rosas con en la tarjeta firma y nombre.
Mi amor nunca podrá ser así, jamás dirá un te quiero, sin entrever en la frase algo como miedo. No. Mi amor no enviará nunca rosas, ni postales con nombre y firma, mi amor no tendrá jamás un inicio para no tener que visualizar un fin. Todo esto te lo digo no por pretender que no te quiero, sino porque esas “lindas”(así les llaman) manifestaciones son demasiado fáciles, tan falsas en realidad.
Y yo que no me distingo por seguir las tradiciones del pueblo, me pongo inquieto, pienso por qué mi amor no puede ser así, por qué si ya con las rosas en la mano, desvío el camino hacia la acera y y hago uso del tacho de basura, dejándole el fondo tapizado de un roja alfombra.
En definitiva, cómo me gustaría decirte un te quiero, pero no niña. Mejor estar de tí muy cerquita, brindarte mi apoyo. Ofrendarte mi vida.
Janet Zamudio.Para vos con cariño.
De HermesVega
Un día vi en un muro una trilogía de “grafittis” dirigido a una tal Carmen. Decían así, de manera continuada: “Carmen chiquilla”, “Carmen vuelve”, “Carmen te quiero” (aquel tríptico de grafitti callejero fue la base, después, para una película que recorrió todos los cines de España). Tus rosas, amigo Hermes, no deben besar más veces el tacho de basura… tus rosas deben besar los labios de tu amada. Un te quiero es mucho más que un ramo de rosas por supuesto pero un ramo de rosas es mucho más que un silencio… !Un abrazote vorémico!. !Me encantó tu texto!. Me recuerda un tiempo en que yo jugaba a confesar amores con las manifestaciones tan sencillas como decir te quiero…