Aprender a crecer, tiene por condición
disfrutar de la ambición,
mientras que la candidez y la sana diversión,
quedan guardadas en el pensamiento
a merced de la memoria y sus advenimientos.
Aprender a crecer, es ganar, es perder,
optar por lo practico, olvidar lo fantástico,
odiar, amar, traicionar o proteger
sin mayores motivaciones que la conveniencia y el poder.
Aprender a crecer,
Es practicar la dialéctica, dejar de lado la poesía,
olvidar fabulas y cuentos infinitos,
es iniciarse en lo prohibido, cometiendo ciertos delitos.
Aprender a Crecer,
es olvidar que el llanto sincero, tiene dignidad,
y que la risa diáfana alimenta el alma.
Aprender a Crecer,
Es instruirse con falsas normas de etiqueta y formalidad
tal como lo establece la fingida acción de aparentar,
es salar nuestras propias heridas,
vencer los miedos, poner fin a las partidas.
Crecer, más que una acción natural,
es un deseo que de niños ansiamos se haga realidad,
como un sueño, más que una posibilidad,
y cuando ocurre, toda esa impaciente esperanza,
se torna en profunda añoranza.
Aprender a crecer, implica cambios en nuestro interior
cuando niños, poseemos un espíritu despierto,
de jóvenes, se pone irremediablemente inquieto,
y en la adultez se vuelve más bien discreto,
tanto que hasta parece muerto.
Aprender a Crecer,
es sentir, es sufrir, es morir y dejar vivir;
es partir y dejar partir; es vivir y dejar morir.
Aprender es crecer, crecer es aprender.