Después de abismarnos en el diario discurso analógico de la vida nos encontramos en el vacío, pero ya es otro nuevo vacío. Nada más cerrar la página de las 24 horas del hoy nos surge la vigencia de volver a vivir las 24 horas del mañana. Hemos dejado el paginador marcando la página “milypico” de nosotros y ya sentimos la necesidad de reabrirlo para escribir la “milypicomásuno” de nuestra historia personal. Regresamos así al sueño eterno de la noche, contándonos antes de dormir la exploración de nuestro propio abismo en este nuestro oficio de supervivientes; y lo hacemos con un registro diferente cada vez que nos disponemos a vivir las 24 horas del mañana tan diferentes a las 24 horas del hoy.
Nos hacemos entonces voces de nuestra propia aventura narrativa con los elementos existenciales que nos confirman/conforman este día. Y volvemos mañana a reescribir sin darnos cuenta de que la realidad sigue con sus propios hábitos. Proseguimos más allá… y la tentación más fuerte en el camino es la de contarnos/recontarnos, una vez y otra, las historias vivientes que nos recorren día a día y nos completan como seres humanos.
A veces tenemos que reprimir la tendencia de una u otra emoción de nuestro estado de ánimo coyuntural según nos haya ido durante las 24 horas. Y es que es siempre un esfuerzo el narrarnos la vida cotidiana con el equilibrio de la absoluta objetividad extrasensitiva: ni uno ni otro de los extremos de nuestro estado de ánimo es nuestra propia personalidad. Es la paradoja humana.
Subimos todos los días a la cumbre de nuestro método personal hasta llegar al más allá de lo posible. Luego tenemos que descender. En ese subir y bajar nos encontramos siempre con la famosa frase de Kafka (“Fuera de aquí, tal es mi meta”). Y nos vamos ya a las 24 horas del mañana.
Observo que “después” es el inicio de tu reflexión y que “mañana” es el final de la misma. Entre tu inicio y tu final has plasmado todo un texto de verdadera raigambre filosófica. Contarnos/recontarnos nos confirman/conforman esas 24 horas diarias que tan magistralmente nos expones. Con textos así me vuelvo cada vez más luminosa…