Ha fallecido el magnífico actor, director y escritor Fernando Fernan Gómez.
“Lo que cuesta ser actor…”
Fernando Fernán Gómez recuerda su primera actuación en un teatro de vodeviles a los 16 años. La escena pasa en Madrid en 1938.
Ensayé1 solamente la tarde del día de mi primera actuación, dos horas antes de salir a escena.
Cuando entré en el escenario2 sin decorados terminaba el ensayo del próximo estreno3, y el regidor se acercó y me dio una cuartilla4 con mi texto.
– Este es tu papel, camarada.
Pensé, mientras lo recogía, un tanto orgulloso, que ya era un actor profesional. Después me explicaron por dónde entraba y salía y dónde me quedaba quieto. Ensayé mis tres únicas frases, que eran algo así como :
– “¿Qué van a tomar los señores?”
– “¿Los desean con hielo?”
– “Les traigo además agua de seltz.”
Entre paño y bola me contestó5 el actor que compartía conmigo la escena, un veterano, Domingo Rivas, con el que luego habría de coincidir más veces en los cafés y en los platós. Después me dijeron cuál era mi camerino, que compartía con un viejo actor, y que allí tenía el traje de camarero. En lo que llegaba el momento de salir a escena experimenté dos sentimientos opuestos: por un lado, alegría por dejar de ser comparsa6 y pasar a la categoría de actor profesional, y por otro, la decepción ante lo exiguo de mi nuevo cometido7: tres frases anodinas, a las que no había manera de sacar lucimiento8. Mi esperanza del día anterior, al saber que ingresaba en una compañía de vodeviles, era la posibilidad de demostrar mis extraordinarias cualidades en un papel gracioso, pues yo sabía que estaba capacitado lo mismo para lo cómico que para lo dramático, para hablar en prosa que en verso. Pero, en fin, puesto que de alguna manera había que empezar, bien estaba aquel brevísimo papel en la compañía de Laura Pinillos.
Para un muchacho de dieciséis años aquel era un mundo inusitado, al mismo tiempo un regalo de la Providencia y algo sobrecogedor9. Frivolidad a todo pasto10. Milicianos que volvían del frente, sentados en las butacas, riendo con las procacidades11, tirando pitillos a los pobres cómicos. ( … )
Llegó el momento de mi salida a escena. Era mi debut como profesional. Había pasado de cobrar un duro a cobrar dieciocho pesetas, el salario mínimo de los cómicos en el Madrid cercado12. Era un actor. El regidor me dio la orden con la primera frase de mi papel, según era costumbre :
– ¿Qué van a tomar los señores?
Yo abrí la puerta, entré. Allí estaban Domingo Rivas y una actriz. Frente a mí la inmensa y amenazadora boca oscura del escenario. Sin saber por qué, permanecí un instante en silencio, quizás para tomar aliento. Oí la voz de Domingo Rivas que decía:
– ¿Viene usted a preguntarnos qué deseamos tomar?
Como eso no era lo previsto, me quedé en silencio otro instante pensando si debía responder afirmativamente o improvisar otra respuesta. Ya Domingo Rivas había dicho:
– Tráiganos dos whiskys. Pero con hielo.
Yo, otro instante más, dudé si marcharme ya o quedarme para decir mi última frase que, de momento, no recordaba si era la primera, la segunda o la tercera. Por suerte, a Domingo Rivas se le ocurrió decir:
– Y también con agua de seltz. Y con un afable empujoncito13 me echó del escenario y cerró la puerta.
Ni el regidor, ni el director, ni el propio Domingo Rivas dieron la menor importancia a aquel terrible suceso. Yo, Fernando Fernán Gómez, no había conseguido decir ni una de las tres únicas frases de mi cortísimo papel. Mientras volvía a mi camerino me preguntaba: ¿Alguna vez conseguiré ser actor profesional?
Fernando Fernán-Gómez, El tiempo amarillo (Ed. Debate, oct. 1998).
Pues lo consiguió. !y uno de los mejores actores que yo he visto en cine y teatro!. Era excelente Fernando Fernán Gómez como actor. Siempre tan cómico y a la vez tan trágico.
Todavía tengo grabada en la memoria la última escena de Fernando Fernán-Gómez junto a Cristina Marcos de la película Maravillas de Manuel Gutiérrez Aragón con fondo musical de Gustav Mahler. !Una maravilla!. !Qué gran actor fue en todas su películas!. !Gran actor de cine y teatro, gran director de cine y gran escritor!. Todo lo hizo genialmente bien Fernando.
La anécdota es genial. Menos mal que a aquella generación que vivió la guerra civil no les partía un rayo, porque si no se hubiera amilanado y ¡fíjate lo que hubiéramos perdido todos!
Gracias por contárnosla y saludos.
Vaya, solo recuerdo su cara en el carro de los que llevan a fusilar, en esa ocasion a un par de republicanos, ese momento en que mira al chiquillo con una mezcla de tristeza e interrogante. Simplemente genial, nunca se irá…