Habia una vez una niña perdida en un bosque. No estaba segura de donde se encontraba, y el camino recorrido hasta entonces no habia sido nada agradable. Comenzo bien, ya que aun no conocia las plantas ni los animales de aquel bosque. Sin embargo, poco a poco se fue dando cuenta qeu las flores mas hermosas eran las mas peligrosas, y que de un mmomento a otro podia tropezar y caer.
Estas experiencias poco gratas evitaban que la niña siguiera adelante. Se encontraba en un claro, y definitivamente tenia que continuar; aun no llegaba a su destino final. Sin embargo, ninguno de los caminos en los que see dividia el sendero parecian convenzerla, ni siquiera motivarle. El viaje aun era largo, pero ya no tenia fuerzas para continuar. Veia la luz del sol a lo lejos, entre los arboles, pero no sabia como alcanzarla, ni estaba segura que fuese aquella luz la que indicaba su destino. Por momentos soñaba que un principe azul iba a rescatarla, pero, ¿como la encontraria el, si ni siquiera ella misma sabia donde estaba?
A la niña no le quedo mas que seguir, a pesar de que aveces volvia a encontrarse a las plantas venenosas sin reconozerlas, que volvia a caer en sus trampas, a pesar de que tropezaba una y otravez, y que cada caida era mas dura que la anterior. No le quedaba mas que tratar de aprender, de evitar aquellas piedras que la hacian perder el balance. Estaba sola, pero ese talvez era su destino, y mientras menos cayera y se detuviera, mas rapido llegaria a su luz, y talvez, solo talvez, ahi estaria esperandole, al final del camino, porfin, su principe azul.
Un comentario sobre “Alegoria a los Momentos de Incertidumbre del Alma.”
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Quizá la fé le haga moverse por esos caminos con decisión… hay que cuidar en que se cree, pero cuando se hace, debe de hacerse ciegamente…