Al morir una tarde descubri tu figura
revoloteabas en la arena
mojando tus pies descalzos
con el agua que moria en la orilla.Serena.
Detras de mi ventana, quieto.Y perdida la mirada
en tus contornos perfectos
mi corazon suspiraba quedandose sin aliento
ante tal candor lleno de magia.
Y quise hablarte. Y te alejaste,
flotando en esa arena
de la desierta playa.Y no atine a nada
las cadenas del silencio
enredaron mi boca cuan mordaza.
Y espere una y mil noches tu presencia.
Mas tu figura de hada
con tu candor y esa magia
no volvieron a besar la arena blanca.
Y no supe mas de ti.Igual sigo esperando
con esto que no se si es amor.Pero me envenena.
Y cuando duermo en las noches sin saber tu nombre
sueño que sales del mar,convertida en mi sirena.
Hay siempre un misterio que nos queda latiendo cuando recordamos a alguien que transitó por nuestra vida dejaqndo sus huellas como de sirena o como de hada singular. Es bonito pensar en ello. Y es bonito0 expresarlo en un poema tan sincero como el que estoy leyendo. La magia de no saber más que alguien nos inculcó un hálito de sensaciones es la que nos hace poetizar a veces el candor de las mil y una noches pensando en ello.
Es fantástico soñar…, siempre que el sueño no envenena. Un abrazo