Salvar la vida, entraña condenada
a ser un punto perdido entre lo eterno;
aquello que se muestra débil, tierno,
enteramente atado a la vida amada.
Una relación del humano con la sagrada
cuestión del tiempo -primavera invierno-
el último afán de no ser un infierno
para el alma de esta vida entrelazada.
En el eje de la primicia remontada
se encuentra la frontera ilimitada
de la muerte y el final de este concierto.
Y más allá de la vida experimentada
queda la otra, la que quedó inaugurada
en el sueño perenne de lo incierto.
Da mucho juego a la reflexión, la vida. La mortal, la eterna. Es un perpetuo dilema que plaga nuestra vida de constantes preguntas, que siempre quedan sin respuesta. Es un vórtice que aparece en nuestra existencia y que nunca deja de girar.
Un saludo