Tu historia es una deliciosa fuente de energía espiritual que cuenta, en su interna condición humana, con sueños de esperanza e ilusión. Tu relato ofrece gestas entrañables donde no hay lugar para la insidia. Tu existencia es un intrépido sentimiento “a flor de piel” que compone, sobre las algas verdes de las azules aguas y bajo las blancas nubes de los dorados campos, mosaicos sensoriales en los que viven y perviven los guionistas de la sensibilidad, los directores técnicos de la ensoñación y esos personajes que un día se enamoraron de los humildes gorriones de un escritor.
Muchos piensan que sólo eres una leyenda narrada bajo el febril delirio de un sentimiento trasnochador o una imaginación irrealmente concebida; y es muy probable que también piensen que pasarás a la mortalidad de los olvidos cuando llegue de nuevo el amanecer. Pero no. Se equivocan. Tú eres tan eterna como cualquier otro ser humano que respiró el aire de todos los poemas del anochecer y tan inocentemente libre que no existen fronteras de la Razón para poderte detener. Tu Verdad sólo habita en el Amor nacido de las raíces de un ancestral sentimiento y una escondida pasión.
Por eso no olvides nunca, Greta, lo que dijo Alexander Helps: “Debemos recordar que la ficción no significa falsedad”. Y recuerda también a Antonio Machado: “La mentira manifiesta falta de imaginación; la verdad siempre se inventa cuando habla el corazón”.
Ahora que estamos bajo el porche de la cabaña de la Abuelita porque tú no puedes levantarte de la silla de ruedas y yo no puedo salir de los etéreos sentires de tu pensamiento… !vamos a contar mentiras, Greta!. Y sonríes porque sabes que no puede ser cierto. Es imposible que te lea falsas cartas porque, cuando las escuchas, pones el alma de la Fantasía para que viva la Verdad dentro de tu propia alma. Una Verdad que está tan cerca de las cosas tangibles que los demás no pueden verlas porque están demasiado lejos, corriendo alocadamente para conquistar no sé qué extraña materia a la que llaman Realidad con el afán de asegurarse no sé qué extraña ansiedad que llaman Éxito.
Sólo por eso, porque ni tú ni yo pertenecemos a esa Mentira, me siento feliz junto a ti. Es de ahí de donde me nace la creencia de que tu vida es un caudal de legendarias miríadas con las que yo escribo cartas sinceras para las horas de tu mansa quietud que son, sin embargo, la dinamia en movimiento de las olas de tu ingravidez. Y tú eres, en este universo de ilusiones, poema en movimiento y espíritu de la bondad que alumbra todas mis vivencias, dándole a mi vida un porqué que va más allá del misterioso discurrir de la existencia…
Siempre me ha llamado la atencion “la divina”.
Un saludo.