Hoy he sentido la emoción del hálito vital cuando he sido invitado por mis colegas a volver a emitir mis mensajes a través de las ondas de mi viejo micrófono “Camborio”. He podido volver a contactar con mis amigos y amigas radioyentes de la emisora Colón. Y mi voz ha temblado de emoción latiendo al compás acelerado de mi corazón cuando he cruzado palabras con todos ellos. Palabras de fe amistosa. Qué bonito ha resultado la amorosa bienvenida con la que me han recibido mis entrañables amigos y amigas del Catalejo Mundial. Gracias a todos ellos.

No hay nada más hermoso que estar ahí, en el círculo concéntrico de nuestros sentimientos sin fronteras. Nuevamente he proclamado mi vieja consigna: que los poderosos de esta Tierra nos seguirán intentando poner fronteras físicas para dividirnos pero nunca podrán poner fronteras a los pensamientos, nunca podrán poner fronteras a los sentimientos y nunca podrán poner fronteras al corazón.

Un radioyente, a mitad del programa radiofónico, me ha preguntado dónde está situada esa región llamada Vorem de la que les he dicho que provengo y yo le he contestado que Vorem está situada en el centro del corazón de los seres humanos; fuera de toda frontera física. Y que ahí, en el Vorem, nos unimos los humanos (hombres y mujeres) en una sola patria llamada Amistad. Esa patria está ubicada en el alma.

El ritmo de la vida se hace así. Y no hay nada más hermoso que vivir en él. Mañana salgo para Colombia con la labor de escribir un artículo sobre una de sus bellas regiones. Espero en la vida y en Dios que todo siga saliendo bien y que pueda seguir encontrando amistades humanas en las cálidas tierras americanas. Un beso amistoso para todas las compañeras y los colegas del Vorem. Estoy aquí. Con todos vosotros hablando de conciencia humana.