Papá Noel: aunque estás un poco gordo por el buen comer, bueno yo diría m{as bien muy gordo, me caes medio bien porque tienes cara de borrachín y quien sabe cuantas aventuras habrás corrido por esos cafetines del mundo. Dicen que para compensar todas tus travesuras en Navidad repartes regalos por los cinco continentes dela Tierra y yo me lo creo… pero todo en esta vida tienes que ser cuestionado por las brujas del pensamiento medieval (que te conocieron demasiado bien)
y es por eso por lo que te escribo estas líneas para que estés muy atento y no te pille despreocupado el hecho de que esas brujas hayan extendido por todas partes el rumor de que andas encandilado de una dulce y preciosa princesa cuyo castillo tú todavía no conoces y que, en medio de tus noches bondadosas, preguntas a todas las doncellas que encuentras a tu paso por su paradero. Dicen las brujas que el reno Rodolfo ya está cansado de que le tengas todas las Navidades de un lado para otro buscando la chimenea de dicho castillo y que esa obsesión por dar con ella te hace olvidarte de muchos niños y niñas que mendigan por las calles del mundo del subdesarrollo. Tengo que decirte que yo los he visto congelándose de frío, acurrucados en los portales de la oscuridad (lobeznos solitarios en medio de su desconsolado anochecer), pidiendo monedas a las gentes dadivosas que deambulan por las avenidas de las grandes urbes ciudadanas porque tú, obsseionado por la belleza de la princesa de los ojos dulces, olvidas todos los años cumplir con la mitad de tus quehaceres. Entregado a la bebida para olvidarla (y de ahí tu cara de borrachín que me cae medio bien) no has podido meditar lo suficiente y por eso te has olvidado de los verdaderamente pobres. !Ya me dirás que haces con tanta cantidad de dinero que te dan los publicistas del marketing transnacional y si tienes derecho alguno a ser solamente cómplice de los millonarios!. Hoy he leído la noticia de que un grupo de niños de la calle … ¿sabes tú quiénes son en verdad los niños de la calle?… han muerto por sobredosis de pegamento en una arteria transversal de los bajos fondos de una ciudad latinoamericana de cuyo no nombre no quiero acordarme y yo he decidido que, en nombre del Jesús recién nacido, ha llegado la hora de hacer público que tu capricho de viejo verde adinerado -quizás el único capricho que tienes en tu vida- está haciendo derramar muchas lágrimas a familias enteras abandonadas por los caprichosos políticos de sus países, por los moralistas religiosos de la tradición fundamentalista de sus países y por los avarientos economistas de la globalización mundial. Ya es hora de que cuelgues tus acharoladas y limpias botas de zascandilear entre las jovencitas de buen ver y te pongas a faenar con las desgastadas zapatillas del obrero y que, de paso, rompas, de una vez por todas, con la ambición de conquistar a la princesa de dulce mirar ya que has de saber, viejo bribón al servicio de las multinacionales, que ella es la dueña del corazón de los humildes y que yo, por supuesto, no te voy a decir nunca jamás donde vive porque ella es la que me hace soñar todos los días con un mundo libre de injusticias. Por eso creo en las serias y reflexivas sonrisas de los Reyes Magos de Belén y no en las artificiosas y mercantilistas sonrisas que esconden, con ayuda de las longas barbas blancas, la verdadera razón de tu búsqueda enfermiza. Cuando de verdad dejes el traje de la glotonería mercantil en el armario de los olvidos y te pongas a repartir regalos con el mono de los trabajadores podré confiar plenamente en ti -y no sólo a medias como ahora me ocurre- para decirte que la princesa ya tiene dueño.
Firmado: El Príncipe del Castillo.