Y descubrí…
que en tu ausencia,
soy adicto a tu presencia.
Que la ternura
vive enamorada en tu mirada.
Y descubrí…
que el compromiso por la vida
vive encarnada en tus palabras.
Que en tu sonrisa encontré
el aliento oportuno y necesario
para luchar por la vida
a cada instante y en todo espacio.
Y descubrí…
mi existencia
descubriendo tu presencia.
Muy bonito, Nazaret.