Bajo hasta el mar desde la mesa donde apoyo la cuartilla donde escribo versos y me quedo quieto con la memoria de todo mi cuerpo sumergida en el malecón costero y prolongo mis voces, con emociones sin tiempo ni espacio, para sentirme una vez más apretado al instinto del latido de las olas batiendo la fina arena blanca de la playa.
Sé que sólo es una traslación de la frontera imaginativa desde mi querida cuartilla llena de versos hacia ese pequeño mar… pero me basta una palabra pensada y escrita entre las estrofas para ser la íntima iluminación del beso de las aguas como una verdad sincera: el destino acuoso de mi vida.
Después, me adentro en el último instante que me posibilita el alma desde sus comienzos e introduzco símbolos y signos semánticos en la hoja de papel que se me convierte, de repente, en un barquito dentro del cual navego por todas las cosas; desde mi respiración humana hasta el hábito de sentir todo esto que imagino y escucho con voz de plata para servirme de alimento a mis conceptos de vida ultramarina; para tener fe en lo que tengo y en lo que no tengo y escuchar los nuevos sonidos que nunca antes había escuchado.
Escribo porque el indicador de la rosa de los vientos es, en este amanecer amarilleado de mi caminar, un recuerdo de mi memoria (jamás un olvido) que me convierte en cristal de lámina ardiente bajo el sol y, con esta pasión cruzada en mi mirada, hago mayor mi sentimiento en estos minutos sin final posible.
El tiempo se me convierte en rostro de compañía sincera y se presenta en un venir zigzagueante bajo los rayos matinales de la pasión desencadenada y entonces mi mano escribe destellando el delirio de las palabras que dibujo.
Termino el poema y extiendo mi sueño…
Desde tu mesa saltas a cualquier lado del mundo, a cualquier rincón de tus deseos y de tu propia memoria. Es algo fantástico, ¿no es cierto?, y pensar que es la cosa más sencilla y barata del mundo, un boli y unas hojas valen… No dejes de subir a tu mesa para saltar a cualquier sitio con tus palabras eh! Y feliz navidad ^^