A María la del patio
le encanta soñar,
vende margaritas
para bailar y cantar,
que sí, que sí
las del campo
esas que son amarillas,
con su arte y desparpajo
saca unas buenas pelillas,
para pagar su maestro,
hacerse buena cantante
y bailar con mucho esmero.
Mientras viene y va
de clase en clase,
trae al patio de cabeza,
lo que deben soportar
gorgoritos comunales
¿que oídos no temerán?.
Pasan los meses volando,
María quiere hacer… ¡ un recital!
muchos lo están temiendo,
el patio se quiere marchar,
vacaciones a deshoras,
todos se quieren tomar.
Llega el día del estreno,
el patio está a rebozar
y para sorpresa de todos,
María presente no está…
Se fue a cantar al monte,
se fue a bailar entre flores,
sintió que no era querida,
no quiso más molestar…
Pasaron algunos años,
al patio un señor llegó
Y al panadero de allí,
buenas noticias le dió:
¿vivió aquí María
conocida la del patio?.
Sí, señor, sí que vivió
pero un día en la tarde
el viento se la llevó,
¿cómo que el viento?
¡No señor!
María se fue a los madriles,
para ser mejor cantante
y a todos allí deslumbró.
¡Ohhh!
Desde ese buen momento,
que este señor habló,
no se escucha otra en el patio
que la historia de María la del patio:
¡María que buena es María,
con su voz tan elegante,
con su movimiento bello,
ya declama con esmero,
la imitan hasta los jilgueros!
El patio orgulloso está
de haber tenido una artista
que se les fue sin querer
por paciencia no tener…
¡María que buena es María,
con su voz tan elegante,
con su movimiento bello,
ya declama con esmero,
la imitan hasta los jilgueros!
(Moraleja: “Nadie es profeta en su tierra”
va por ti Mejorna 😉 )
Namari me encanto!!!!!!
Que bello esta!!!!
Tiene un ritmo que te lleva esta poesía!!!
Un abrazo