Es famosa la frase popular que dice: “Del árbol caído todos hacen leña”. Esto, que es ya cruel en sí mismo, traspasado a los seres humanos ya no es sólo un acto cruel sino también un acto inhumano a todas luces.
El filósofo y catedrático de metafísica Ángel Gabilondo, explica en su ensayo titulado “Alguien con quien hablar” que “efectivamente, puede ser que lo ocurrido no sea aceptable en absoluto, pero comprender es saber que el otro es algo más que ese hecho lamentable”.
Cualquiera se puede equivocar. De hecho todos los humanos nos equivocamos varias veces en la vida. Pero si quien cae pide perdón no debe ser reducido “a lo pasado”, “a lo sucedido”, sino que, como seres humanos que somos, estamos obligados a ayudarle para que, después de su arrepentimiento y tras una buena reflexión, deje de ser un árbol caído del cual todos hacen leña.
Dar la mano al caído y ayudarle a levantare no es un acto de misericordia, sino más bien un acto de amistad, o en otras palabras, una acción amorosa.
El otro día os contaba que un corazón vacío es un corazón demasiado pesado… pero lo es más todavía un corazón de piedra. Porque el corazón vacío puede ser rellenado de compañerismo, amistad y amor… pero el corazón de piedra… !ay el corazón de piedra!… !cómo se puede rellenar un corazón de piedra!.
Cuando veas a alguien caído no seas un “buitre carroñero” y te cebes con sus “vísceras” sino que siéntete llamamado a consolarle y, tras hacerle reflexionar a su debido tiempo, dále la mano para que se levante. Eso sí que es un verdadero acto de amistad.