En la esquina de una calle
por la tarde te encontré,
entre la multitud de gente
tú no me pudiste ver…

Desde aquel día corro
y pretendo ser puntual,
para no perder un minuto
de tu lindo caminar…

En esa esquina te espero
nada sale de mi boca,
porque mis sentidos solo
pueden mirarte y callar…

Te veo subir por la cuesta,
con tus risas y cantar
y en medio de tu alegría
yo siempre querría estar…

Una tarde de calo’
sin pensar mi boca habló
para decirte sin más
lo que mi corazón calló:

Los rizos en tus mejillas
me saben a rica sal
morena del alma mía
¡contigo quiero bailar!

Me miraste con tal gracia
me ofreciste una sonrisa
y desde entonces no puedo
ausentarme de esta esquina…