Un día, muy lejano ya, quise ser torero. Pero no un torero cualquiera, sino un torero como el que cantaba Federico García Lorca( Sánchez Mejías) o un torero con el arte y tronío de Curro Romero.
Para conseguir mi meta escribí mis propio pasadoble y alguien, quizás mi Ángel de la Guarda, fue quien le puso la música.
Así que salté a la arena del coso taurino haciendo el paseíllo yo sólo, pues era una sola lucha entre el toro bravo y yo. Al son del pasodoble cogí el capote y comencé a fijarle. Era un toro noble llamado Lucero.
Le dí varios muletazos para situarle en el punto exacto en que debía picarle el picador “El Gordo de Teruel”. Miré de frente a los ojos de Lucero. En cada uno de ellos apareció una lágrima.
– !No! – grité profundamente al “Gordo de Teruel”.
– ¿Por qué Maestro?.
– !No quiero torear!.
Y ante el abucheo general del público el toro fue devuelto completamente sano y salvo a los toriles (hoy estará viviendo felizmente en su dehesa con su familia).
¿Por qué no quise ser torero?. No fue por cobardía. Fue porque me acordé de “Cucharito”, el célebre personaje de los tebeos españoles. Y recordé a Cúchares, a Manolete, a Belmonte, a Paco Camino, a Diego Puerta… y hasta recordé a El Cordobés e incluso a El Platanito y a Luis Folledo.
Mi decisión levantó un escándalo aquella tarde taurina. Salí de la plaza a pie, sin escolta alguna de la policía (imparcial en aquella “bronca”). La bronca del público fue monumental. Me insultaron. Me tiraron toda clase de objetos como tomates, pepinos, toda clase de hortalizas… y hasta un botijo de cerámica. Nada de eso me hizo daño ni dejó cicatriz alguna en mi alma… porque comprendi que toda aquella gente sólo ansiaban ver sangre. Sangre del toro. Sangre del torero. y Muerte. Muerte del toro o Muerte del torero.
Lo que nunca supo toda aquella gente es que yo me había decidido por la Vida. Vida para el toro y Vida para el torero.
Por todo ello me desterraron de España los iracundos del tendido 7. Los que siempre critican. Los que siempre murmuran Los que no tienen conciencia humana. Pero limpié mi alma de sus inmundicias y me dije para mí: “algún día volveré pero no para ser torero sino para hacer justicia con el toro “Lucero”.
Diesel,
tu decisión fue la más inteligente! vivir y dar vida!
Sentimientos nobles.
Saludos