Entre Marx y una Mujer Desnuda (reedición)
Y se pusieron muy serios conmigo. !Que fea costumbre tenían de ponerse siempre muy serios por todo!. Y me llamaron al orden. !Qué manía tenían de no comprender aquello de que la Revolución triunfa si comienza por ser la Revolución de la Alegría!. Y me plantearon un dramático dilema…
– Escucha Diesel. Esto es muy serio. Déjate ya de anarquismos y concéntrate en la Causa. Te lo vamos a decir directamente y sin ambages. Elige. No pueden ser las dos cosas. O Marx o la mujer desnuda.
Y yo sin pensarlo dos veces elegí mortalmente a la mujer desnuda.
Y se pusieron como fieras conmigo. Y me dijeron que había perdido el rumbo. Y me llamaron traidor a la Causa. Y me quisieron apagar la voz. Y me expulsaron. Y me condenaron a vivir en la masa silenciosa del lumpenproletariado. Y me hicieron hablar con El Gran Maestro.
– Escucha Diesel. No esperaba eso de ti. Sabiamos que teníamos que corregir tus efusiones ácratas. Pero esto es muy serio. Deja a la Gaviota Roja. Deja a la mujer desnuda y concéntrate en Marx. Esperamos mucho de ti. No traiciones la Causa.
Entonces yo ya no pude aguantar más mi silencio y estallé ante El Gran Maestro.
– Escuche usted por una vez en su vida. ¿La Causa?. ¿Cuál es la Causa de todos ustedes?. La están siempre enredando con dialécticas y praxis complejas, con sombras y luces. No. No es esa mi Causa. Mi Causa es y será siempre la de los gorriones.
Y entonces me cerraron las puertas de sus grandes conciliábulos. Pero no me importó porque a cambio elegí la libertad. Y tomé mi guitarra y mi voz que habían querido silenciar. Y la Gaviota Roja se volvió a desnudar una vez más y con la risa cantarina de todo su cuerpo tomó también su guitarra y se vino conmigo. Y desde entonces nos dedicamos a la Causa que es, sencillamente, ir de lugar en lugar y en lugar sembrando gorriones grises que hablan de amor y de paz.
Elegiste el emjor camino, el de sembrar gorriones.
Un abrazo vorémico.