Rosi 13
Desde la ventana, Lola vio como el coche de Víctor paraba delante de la casa y apagaba las luces.
Al momento, una chica bajó del automóvil, dio un portazo y, sin mirar atrás, corrió hacia el portal.
-Ya han vuelto a discutir-pensó-mientras la oía subir las escaleras.
Oyó el ruido de la llave en la cerradura y, al cerrarse la puerta, preguntó.
-¿Eres tú, Rosi?
-Si, mamá
Una chica menuda, de ojos verdes vivarachos y pelo rubio cogido en una trenza, entró en el salón.
-Ya habéis vuelto a discutir ¿eh?
-Si,-trató de sonreír- pero esta es la última.
-Mujer, siempre estáis como el perro y el gato…
-Es que no puede ser, mamá. Víctor es idiota, y yo más por confiar en él. Hemos terminado-y salió corriendo para que su madre no la viera llorar y se encerró en su cuarto.
Aquella noche no quiso cenar y se acostó pronto. Cuando a las tres de la madrugada su madre empujó la puerta del dormitorio, Rosi estaba llorando.
-¿Puedo entrar?-preguntó Lola.
-Pasa mamá, tengo que hablar contigo.
Lola se sentó en la cama y la abrazó.
-¿Qué te pasa?
-No sé como decírtelo, pero…
-¿Si?
-Es que,-y seguía llorando-estoy embarazada.
La madre siguió abrazada a Rosi, meciéndola…
-Ya lo sabía, hija mía,… no soy tonta.
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Aquella tarde de abril, Lola había ido paseando hasta la puerta del colegio. Le gustaba recoger a su nieta, una chiquilla rubia, de ojos verdes y pelo anillado, que era el vivo retrato de su madre, cuando pequeña y que pronto cumpliría los seis años.
Era agradable esperar, con otros padres, a que los chiquillos salieran a la calle gritando en desbandada. Luego, le compraría alguna chuchería para merendar y se irían a casa a preparar la cena y a esperar a que Rosi volviera del trabajo.
Claudia salió triste de la escuela. Besó a su abuela y, cogidas de la mano, volvieron a casa en silencio. Al llegar, mientras Lola planchaba, Claudia se puso a hacer los deberes.
-¿Te pasa algo, Claudia?
-No, abuela, es que…- se echó a llorar- ¿es que yo no tengo papá? Todos los niños tienen y van a esperarlos a la salida del cole y a mí….
-No llores, querida-y se sentó en el sillón de orejas, junto a la ventana. La tomó en brazos y la acurrucó contra su pecho. ¿Quieres que te cuente un cuento?
-Si, abuela- y se restregaba los ojos y lloraba-
-Había una vez…-y se quedó dormida.
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Rosi, después de cenar, se sentó delante de la televisión, junto a su hija y su madre; y cuando el presentador anunció un debate sobre el aborto, no puedo evitar que un escalofrío le recorriera el cuerpo.
Hacía ya doce años, pero lo recordaba como si hubiera sido ayer. El embarazo de Claudia, la negativa de Víctor a casarse y su sugerencia de que abortara.
Luego, cuando estaba tan indecisa y desesperada, ocurrió aquello tan extraño, pero a la vez tan bonito….
Más adelante-siguió recordando- consiguió el título de auxiliar de clínica, y empezó a hacer sustituciones en la Seguridad Social, como contratada. Poco a poco, su carácter extrovertido y alegre, y su profesionalidad la habían hecho prácticamente imprescindible en el servicio de neo-natos, donde trabajaba… La verdad, es que las cosas habían salido bien…
La voz del presentador la sacó de sus reflexiones.
-¿Te ha gustado, mamá?-preguntó Claudia.
-Si, pero tu abuela y yo, tenemos una historia más bonita, que además es real y que tú no conoces…
-¡Anda mamá!, cuéntamela…
Rosi miró a su madre y en sus ojos adivinó que había llegado el momento de contarle a Claudia la verdad. Al fin y al cabo ya tenía doce años y podría entenderla.
-Mira, Claudia.-y empezó a relatar lo que pasó la tarde en que, con su madre, acudió al ginecólogo decidida a abortar.
La enfermera les hizo pasar a la sala de espera. Rosi estaba nerviosa y los diez minutos que tardó en recibirlas el médico le parecieron una eternidad. Quería solucionar aquello cuando antes…
Cuando por fin el doctor les hizo pasar y le pidió que se desnudara y se tumbara en la camilla, temblaba como un flan…
-¿De cuanto tiempo está?- le preguntó
-De tres meses- contestó Rosi.
-¿Y está decidida a abortar…?
-Si, verá…, yo…
El médico la estuvo reconociendo y después de ponerle las escuchas en el vientre, se dirigió a Rosi, más blanco que la cera y desconcertado…
-No puede ser…, y volvió a ponerle otra vez los auriculares en el vientre.
-¿Qué ocurre, doctor?- preguntó Lola.
El médico no contestó. Les hizo una seña para que guardaran silencio y siguió recorriendo con las escuchas el vientre de Rosi, como si buscara algo…
-Aquí, aquí…-dijo- y le tendió a Rosi los auriculares… ¡Dios mío, no he visto en mi vida nada igual!…
Rosi se puso los auriculares y permaneció en silencio unos minutos. Estaba como ausente, con la mirada extraviada y se puso a llorar…
-¿Qué pasa?-le preguntó Lola asustada.
Y Rosi, que no dejaba de llorar, repetía una y otra vez, en voz muy baja….
-Es una vocecita, y se oye como si estuviera muy lejos… Dice “mamá, déjame vivir… seré una niña y te querré siempre….
OoOoo
©Isidromartinezplazón. Febrero1996
http://www.isidromartinez.com/
Isidro. Me has tocado la fibra…hasta he llorado un poquito al final.
Es una historia bellisima y con un gran mensaje impreso en ella. Esto lo deberían de leer muchas chicas que se encuentran en la misma situación que Rosi.
Te felicito.
Un abrazo
!Te digo exactamente lo mismo que Wersemei!. !Cuánta verdad has escrito y descrito. Te felicito.
Te querré siempre, aunque me dejes sin padre, aunque ahora mismo no tenga ni conciencia para pensar en mi misma como cosa… En fin, el aborto es un tema muy complicado, creer o no dejar de creer. No sé en 1996 pero ahora tu cuento me resulta amargo por ser un tema tan discutido y tan poco conocido. Sin embargo, felicidades por la construcción temporal de la historia en tres partes, que resulta muy acertada.