Corre aproximadamente el año 2000. Parece que se va a acabar el mundo, dicen muchos… pero aquí estamos los del Amanecer. En el ala derecha se repantinga el subejefe Cabezón, en el ala izquierda está, flemático y moderado, como siempre, Pablo. En el centro está el entrevistado y yo, que hace una semana he sido despedido del programa (sin un sólo sucre de indemnización) pero mira por dónde me he colado, estoy junto al entrevistado. Y todo porque al portero le encanta el Catalejo y me deja pasar. Y es que en realidad la vida es una sorpresa tras otra sopresa y así sucesivamente. El subjefe Cabezón con su lindo traje color pastel (que parece una acuarela viviente o un “guach” cualquiera), con corbata azul carmesí y zapatos “créme de la créme” que para eso es de “abolengo” y tiene “pedigree” de periodista o al menos eso se cree él.
!Ah! !Y que no falte el pañuelito en el bolsillo de arriba ya que el bolsillo de abajo no suelta “ni un real”. Pablo, por su parte, tiene un libro en las manos de “Buenas Costumbres en el Ejercicio de la Profesión”!. Y yo, como siempre…
Bueno… ¿cómo ha llegado éste hasta aquí? se pregunta el Cabezón que está aferrado como babosa al “Camborio” y no lo suelta ni aunque se lo pida el Papa de Roma. Con su “parloteo tipo cacatúa” habla y habla como si de verdad fuese un grande de las entrevistas deportivas. Después de un fuerte forcejeo entre Cabezón y Pablo, con el pobre “Camborio” ya asustado de tanto “peliar” (como dicen los gauchos de la Pampa), Pablo consigue introducir unas breves frases sobre la ética del periodismo y la psicología aplicada a la Comunicación. En plena pelea, de pronto se me ocurre preguntar a mí (mientras el subjefe Cabezón me mira con prepotencia) ¿por qué no hablamos un poco de hípica?. Al Cabezón le entra el hipo… el hipotálamo se le está haciendo agua… Total: Pablo y Diesel 2 puntos cada uno… el subjefe Cabezón 0 puntos.
De caballos no quiere hablar el Cabezón porque para empezar desconoce qué es un cuadrúpedo (quizás porque esta mañana no se ha mirado bien al espejo pienso yo para mis adentros). Lo radioyentes no lo pueden ver pero Pablo y yo observamos que el Cabezón, el tildadísimo Cabezón (que, por cierto, ignora qué es la tilde) se está tocando continuamente… los calcetines… si, los calcetines con logotipo incluido. Y su veborrea parece ya toda una “sopa de letras” de esas que no saban a nada. Quizás desconoce el Maizena.
El Cabezón habla que te habla mientras el pobre “Camborio” sufre que te sufre entre sus ávidas y regordetas manos. Otra vez logra, al fin, Pablo apoderarse, momentáneamente del Camborio que suspira aliviado. Pregunta ahora sobre El Correcto Comportamiento de un Corresponsal. Vuelve a blanquearse la cara del Cabezón y se me ocurre a mí preguntar (con el Camborio deseando que diga algo positivo) sobre el Éspoli… ¿El Éspoli?. !Qué tontería! dice el subjefe Cabezón. ¿Qué le pasa al Éspoli señorito de los Informes Deformes?. ¿No es acaso un equipo de la Primera División Ecuatoriana?. La cara del Cabezón parece ahora la cal que emplean los andaluces para blanquear las casas de mi lejana patria. Total. De momento: Pablo y Diesel 4 puntos y Cabezón 0 de 2. Esto parece el Tiro al Pichón (con perdón de la palabra).
Pablo desea intervenir más en el debate-entrevista. El entrevistado ni se entera de lo que está pasando en la sala de locuciones. Pablo forcejea con liberar al Camborio de las garras del Cabezón. Yo, entre el entrevistado, entre el subjefe Cabezón y entre Pablo en plena batalla por la libertad de expresión… me levanto… ¿Ya te vas? me interroga el Cabezón. No. No me voy todavía. Es que tengo ganas de tomarme un buen café con leche y he visto la alacena llena… pero volveré… no se preocupe que volveré… Y me voy a la alacena en medio de la verborrea imposible de deletrear del Cabezón, las flemáticas preguntas de Pablo y la estupefación del entrevistado.
Vuelvo, haciendo equilibrio circense con el café con leche en la mano y mi guión imaginado en la otra. Al entrar de nuevo al locutorio (que no es un locutorio cualquiera sino una verdadera Red) le salpico con un par de gotas de café con leche al traje color pastel del Cabezón que, ahora, con estas gotitas de más, parece todo un cromo de Foto Fútbol en technicolor. Mientras tanto, el susodicho subjefe está ametralleando al entrevistado con una retahíla de verborreas increíbles (pero ciertas) mientras a Pablo se le escapa la risa. Me siento en mi sillita junto al entrevistado y me tomo el café con leche sorbo tras sorbo mientras la verborrea del cacatúa no cesa y no cesa la risa de Pablo. Yo no. Yo estoy serio de verdad.
De repente, antes de que el marcador vaya subiendo (porque ya está en Pablo y Diesel 6, Cabezón 0… éste decide que hay que eliminar al marcador simultáneo “dardo” (que me recuerda a mi querida patria). Es un acto de despotismo pero qué le vamos a hacer. El subjefe Cabezón sigue lanzado “en picado” y cuesta arriba. !Que no!. !Que no se suben así las cuestas! pienso yo. El entrevistado ya no sabe a quien de los tres hacer caso…
Pablo calla. El entrevistado calla. Y yo también callo mientras el Cabezón se lanza “cuesta abajo”. !Que no!. !Que no se bajan las cuestas así! sigo pensando yo. El Cabezón ya suda por todos los poros de su cuello y el entrevistado se rasca la cabeza. No comprende nada. !Cielos!. !Celos!. !Son los celos del Cabezón! consigue intrepretar, en un momento de lucidez el entrevistado.
!Pues claro que ese es el tema principal de la cuestión!. Que si yo fuera Shakespeare (que ni lo soy ni deseo serlo) diría: ¿Celos o no celos… he ahí la cuestión?. Y yo, ya cansado de tanto trabajar sin recibir un sucre apenas (y menos mal que a veces Pablo me invita a donuts en la cafetería de al lado, me regala un chándal color granate, una baraja de póker y una entrada para ver el Liga Deportiva-Deportivo Quito que algún otro día comentaré en mi Diario)… pues me levanto y le digo al subjefe Cabezón imitando a Induráin: “!Tururú!.!Tururú!. !Tururú!. Tres veces Tururú… que me rememora a mi querida patria y aquella película de 3 eran 3 que recordándola me troncho de risa.
!Adiós señor subjefe! le digo mientras dejo la taza de café más limpia que una patena sobre el poyo, junto al Camborio que se me despide con un suspiro… de agradecimiento… !Que me voy a España señor Cabezón… que no se preocupe… que me voy a España!.
¿Ocurrió realmente tal cuestión?. Pues sí. Fue “años A”. Que también hay años A como años B y como años C. Que para eso tenemos el ABC.
Mañana contaré otro cachito de historietas para soñar… relacionada con “la mala uva” del subjefe en cuestión…
Diesel
Elche (Alicante-España) a 8 de septiembre de 2009.