Se oculta el sol en los tendidos
mientras el toro va hiriendo
al viento con sus puñales.
La hora de los alardes
del torero enardecido
entre la sangre del toro
y de su cuerpo malherido.
El torero sigue, valiente,
haciendo sus remolinos
con la capa en caliente
mientras gritan los “entendidos”:
!No se torea así!
dicen ante los finos
molinetes que fabrica
el torero con estilo.
!Claro que sí! brama la gente…
pues de sobra es sabido
que un torero sobresaliente
siempre termina rendido
ante la diosa del tiempo
que está en el palco escondido.
A las 8 de la noche
las tertulias de los vecinos
comienzan a razonarse
sobre el Arte de lo Taurino.