Nuestra hija, que gran regalo de Dios,
es fruto de aquel cariño que nos tuvimos tu y yo.
Bello fue su nacimiento, hermosa su pubertad,
que triste cariño mio que no la vieras casar.
Parecia una princesa de camino hacia el altar,
mi padre fue su padrino, te tuvo que remplazar.
¡cuanto te echamos de menos!, Dios sabe que es verdad.
Los acordes de la orquesta tocan la marcha nupcial,
ella sonrie feliz y trata de disimular dos lágrimas
de sus ojos que se quieren escapar,
acordándose de tí como es natural,
y yo que la estoy mirando,de bruces ante el altar,
a la Virgen nuestra madre le pido que le de paz
y bendiga este sacramento que se va a realizar,
y el amor de Jesucristo que no le falte jamás.